domingo, 29 de mayo de 2011

El “ÉFATA” DEL CORAZÓN

Marcos 7:31-37

“Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis. Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. Y tomándole aparte de la gente metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua, y levantando los ojos al cielo, gimió y le dijo: Éfata, es decir: Sé abierto. Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien”. Y les mandó que no lo dijesen a nadie, pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. Y en gran manera se maravillaban diciendo: Bien lo ha hecho todo, hace a los sordos oír, y a los mudos hablar”

Propósito específico:

Hoy vamos a hablar de comportamiento. Tengamos cuidado de nuestro proceder diario porque la gente nos juzga según nuestra apariencia y nuestro comportamiento y no presta demasiada atención a lo que decimos. Nuestro vivir –para la gente- habla más fuerte que nuestras palabras. Alguien dijo alguna vez: “Tus hechos hablan tan fuerte que no puedo oír lo que me dices”. Qué aprendamos en esta mañana a hablar no desde la boca sino desde el corazón.

SERMON

Dice este texto de Marcos 7que el entusiasmo de la gente por Jesús era mucho y confesaban: “Los sordos oyen y los mudos hablan".
Y es que en realidad Jesús siempre sintió debilidad por los pobres, los marginados, los despreciados, los enfermos, los pecadores y gracias a Dios que también por nosotros hoy, que somos todo eso… y a veces más.

Y Marcos 7 nos cuenta la historia de este mudo al que Jesús le devuelve la voz… le devuelve la palabra, el milagro de poder hablar…

Y ¡qué importante sería para nosotros que el Espíritu Santo en esta mañana nos diga “Éfata” y que ocurra en nosotros también el milagro de recuperar –como cristianos- la voz, recuperar la palabra!... Pero “no” la palabra que es hablada desde la boca, sino del corazón.
Porque nosotros también necesitamos un Éfata –ábrete- pero no el de la boca sino del corazón.

Y nosotros sabemos que existen muchas maneras de hablar sin decir nada… ¿Los chicos sin padres? ¿De qué habla? De violencia y falta de cariño. Las veredas rotas...¿de qué hablan? De abandono. ¿Los edificios sucios? de desinterés. ¿La pobreza y miseria? De un cáncer que mata. ¿El fracaso escolar? De falta de motivación. Pero también el dinero habla, el lujo habla, la droga habla, la fama habla, el orgullo habla… todo habla…

Y así también nuestra vida de fe habla. Por eso es necesario que revisemos nuestro “andar cristiano” si es que vamos a ser luz para muchos.

Es que deberíamos tener conciencia de que siempre estamos hablando aunque no digamos una sola palabra y eso pesa en la gente que nos ve y la definirá en cuanto a buscar al Señor o no.

¿De qué habla tu vida hoy? De qué habla tu vocabulario? ¿De qué habla tu manera de relacionarte con tu prójimo? ¿De qué hablan tus reacciones? ¿De qué habla tu comportamiento diario dentro de tu metro cuadrado? ¿De qué hablan tus gestos? ¿Qué leen los demás mientras les hablas?

Podemos hablar de humildad y sin embargo ser vistos como altivos. Podemos hablar de generosidad y sin embargo ser juzgados como tacaños. Podemos hablar de amor al prójimo y sin embargo mostrar que somos egoístas. Podemos hablar desde lo espiritual y sin embargo ser vistos como carnales. Podemos hablar de amor y sin embargo demostrar que estamos llenos de rencores y amarguras. Podemos hablar de luz y sin embargo vivir en profundas tinieblas. Podemos dar hermosos sermones y sin embargo demostrar que somos soberbios e inhumanos.

¿No creen que sería bueno pedirle a Jesús que venga esta mañana a nosotros también y nos diga Éfata? ¿Qué meta sus dedos en nuestros oídos y con su saliva unja nuestra lengua?…¿Que haga un milagro en “nuestra habla” no la de la boca sino la del corazón?.

Es que el milagro que necesitamos hoy los Evangélicos es este: De que “todo en nosotros” –es decir nuestra vida- hable bien y para nuestro bien, pero también para el bien de nuestro prójimo y para el bien del Evangelio.

Dicho de otro modo, que nuestra vida hable sirviendo, amando, trabajando, confiando, esperando, iluminando, ayudando, bendiciendo, llenando corazones, esparciendo alegría, encendiendo fe. Siendo solidarios, austeros, generosos, humildes, dispuestos, confiables, obedientes.

Este es el “hablar” que los Evangélicos necesitamos recuperar.
Que nuestra Iglesia hable…que haya un Éfata… Pero no de cuanta cantidad somos, ni de cuánto mide nuestro templo, ni de cuantos miembros asisten cada domingo, ni de cuántos empresarios, artistas y políticos nos visitan, ni de cuantos “famosos” predicadores quisieran estar en nuestros púlpitos. Sino de solidaridad, compromiso, generosidad, amor (caridad), servicio. Éfata del corazón.

Que nuestro ministerio hable. Qué haya un Éfata también, pero no de cuántos países nos han invitado a predicar, ni de tal o cual predicador conocido que es amigo nuestro… Sino de humildad, comunión, desinterés, apego a la ética, a la solidaridad, al auxilio de quienes sabemos nos necesitan.

En nuestros círculos evangélicos solemos oír muchos testimonios de personas que fueron transformadas por el poder de Dios. El Señor les ha devuelto la palabra y cambió su manera de hablar, pero muchos se terminan “quedando corto” porque no han transformado su manera de vivir, esto es: su corazón.. Nosotros también necesitamos un Éfata… pero… del corazón. Y Él está aquí hoy para hacerlo…

Y es que cada domingo el Señor a los que venimos a Comunidad Nueva Vida nos devuelve la voz para cantar, orar, crecer en nuestra fe, nos transforma y nos entusiasma y nosotros también decimos: El Señor ha hecho todo bien, nos devolvió el oído y la palabra y nos dice Éfata "Ábrete".

Ábrete al amor grande de Dios tu Padre. Ábrete a Su perdón y publícalo. Ábrete al amor de los hermanos… No seas espectador. Jesús no lo fue. Fue agente de transformación.

Pero ábrete no sólo el domingo sino toda la semana.
Ábrete no sólo aquí en el Templo sino también allá afuera.
Ábrete para con la gente.
Ábrete para con Dios.

Conclusión:

Dice el texto de Marcos que Jesús finalmente le mandó callar. ¿Por qué?
Porque el milagro no era lo importante. El amor es lo importante.
Jesús no es el hombre que hace milagros. Jesús es el hombre que muere y su muerte por amor es el gran milagro, el único milagro que salva, transforma y nos hace a todos hablar bien de él porque él no habla desde la boca sino desde el corazón.

Que haya un Éfata entonces para nuestro corazón.
Para que todo lo que hablemos lo hagamos desde el corazón.

Oremos:

Mensaje a predicar el Pr. Raúl Flores el domingo 29 Mayo 2011 en Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires. Culto 11hs.

sábado, 21 de mayo de 2011

LA RELIGION DE MARTA Y LA ESPIRITUALIDAD DE MARIA

Lucas 10:38-42

“Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea, y una mujer llamada Marte le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir solar? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria, y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”

Propósito específico:

Hoy es día para hablar de espiritualidad. Necesitamos crecer por dentro. Pablo habló del “hombre nuevo” y de la “mente espiritual”. Aspiramos a ser luz. La vida espiritual es para aquellos que se disponen a abandonarse en los brazos de Jesús y que Él los forme a su imagen. Nuestro esfuerzo deberá estar puesto en lograr ese objetivo si es que queremos estar bien con Dios, con nosotros mismos y con los demás.
La religiosidad no es mala pero sólo la espiritualidad nos hace felices.

Sermón:

Son interesantes los contrastes entre Marta y María entre lo secundario (Marta) y lo importante (María) a la hora de buscar espiritualidad.
¿Tarea o quietud? ¿Acción o contemplación? ¿Trabajo o descanso?; ¿Lo terrenal o lo celestial, ¿Lo humano o lo divino? Ambas cosas pero María –según Jesús- eligió la mejor parte.

Es que nuestra espiritualidad comienza, se desarrolla y termina en un solo lugar: A los pies de Jesús.

Alguien alguna vez dijo con mucha razón que: “La vida espiritual es como una gran tela de araña con muchos hilos y cada hilo es necesario e importante”.

Ilustración:
Hay una historia interesante que leí sobre un padre muy cansado después de un día de trabajo agobiador, y sus hijos inoportunos que procuraban sus mimos y llamar su atención. Uno le pide que le ayude con las tareas del colegio, el otro le pide oración por un dedo lastimado, el siguiente le pide dinero porque se le había antojado tomarse un helado. Finalmente –cuenta la historia- el más pequeño entra corriendo directo a sus brazos. Éste cansado y pensando en un petitorio más, le pregunta: "¿Y vos Juan, que es lo que querés?" "Papá –dijo el niño- yo no quiero nada, sólo deseo estar en tus brazos".

Y este pasaje de Lucas 10:38 me gusta mucho porque nos recuerda que todo en la vida es “secundario” pero cuando estamos con Jesús, “Él es lo más importante” y sólo “una cosa es necesaria”, estar a Sus pies.
El éxito o fracaso está en la decisión que tomemos. Lo de Marta era secundario, lo de María era prioritario.

Si el Señor nos preguntara: "¿Qué necesitan?".
No les parece que quedaría demasiado sorprendido si nuestra respuesta fuera como la del pequeño niño de nuestra historia?: "Señor no queremos nada que no sea estar en tus brazos. Disfrutar tu compañía. Estar a tu lado y crecer a tu imagen".

Y es lo que estamos haciendo cada domingo cuando nos congregamos en Nueva Vida, toda vez que leemos la Palabra, cuando oramos, y cuando practicamos la caridad ; vivimos la lección del "Una sola cosa nos era necesaria hacer". Cualquiera de nosotros que elige así, elige la mejor parte que es la “espiritualidad de María”. Y esa es mi visión para la Iglesia Evangélica en Argentina.

Pero no solo cuando nos Congregamos, sino también cuando nos interesamos por visitar un anciano, cuando nos disponemos a ayudar en medio de una necesidad, cuando nos preocupamos por proveer ante una carencia, cuando nos despojamos de algún bien material para auxilio de alguien, cuando nos brindamos afectivamente ante la angustia de un amigo o desconocido, cuando nos comprometemos a hacer feliz y llevar esperanza a cuanta gente nos rodee.
Lo que estamos haciendo en realidad es “escoger la mejor parte” porque para Jesús era una cosa “muy necesaria de hacer” y eso es espiritualizarse.

Yo aprendí una cosa amados: La gente que desprecia lo espiritual vive insatisfecha, en desunión interior, en lo temporal, cerrado a la trascendencia y todo en él es vacío, hueco, sin brillo, viviendo una dimensión estrecha de vida. ¿Habremos estado viviendo así sin darnos cuenta? ¿Habremos caminado en los senderos de Marta y nos privamos de disfrutar los caminos de María?

Interesante lo que dice el Vs 40. Dice que Marta critica a María e incluso se queja porque Jesús no le decía nada. Y acá hay otra buena enseñanza: A la vida banal, religiosa, difícilmente se la critique pero a quien le gusta lo espiritual siempre estará expuesto a la crítica, la burla y la incomprensión de muchos.

Y es muy profundo lo que le contesta Jesús Vs42: "Marta, una sola cosa es necesaria".
Lo que Jesús está tratando de hacerle entender a Marta -y que ésta no lograba captar- es que lo que Jesús tenía era “hambre de amor” (lo interior) y no de la “espectacular cena” (lo exterior y visible) que le estaba preparando. Para eso sin duda habría otra ocasión.

Y es triste decirlo amados pero muchos evangélicos estamos padeciendo el síndrome de Marta. Hemos edificado por años "para la tribuna", hemos trabajado "para la foto" Que miren que Ministerio, que miren de quienes somos amigos, que observen con quienes nos relacionamos, que vean nuestros logros... ¡¡¡Qué el Señor nos ayude!!!

Es que si no somos alimentados con “el plato del amor”(edificar el interior) nunca seremos plenos y felices y tampoco haremos felices a los demás, y seremos de "tropiezo" para muchos (De hecho ya lo somos).

Jesús vino a ofrecernos Su amor y la Buena Noticia de la salvación que no es otra cosa que andar en luz, y Marta ¿qué hacía? “afanada en la cocina” sin entender el Evangelio. ¿Triste no?

Ahora lo interesante aquí es que Jesús no recrimina a Marta el no haberlo atendido, lo que dijo es que María le había dado, “el mejor regalo”.
Dios nos llama a amarle y a servirle. Las dos cosas van juntas Ahora nuestro amor se expresa en la oración, en el congregarnos, al abrirnos a la necesidad de los demás. A comprometernos con nuestro prójimo. A militar con la “caridad” a cuestas todos los días y en cualquier lugar.

¿Qué nos pidió Jesús? ¿Qué trabajáramos siempre? NO, sino qué “oráramos siempre” que es lo mismo que decir permanecer elevados, ligados al Espíritu Santo para que él nos use cuando sea necesario y en el lugar que fuere.

Me gusta aquel pasaje cuando Jesús dijo: "Vengan a mi todos los que estén cansados y cargados que yo los haré descansar".

No estamos en el camino del Señor, para cumplir una pesada obligación sino para descansar en la presencia del Señor. Es allí donde empezamos a adquirir las formas del “hombre nuevo”

Claro que necesitamos muchas cosas –Seminarios, discipulados, buenos líderes que nos guíen, pero una sola cosa es absolutamente necesaria: conocer, amar y servir a nuestro Señor. Eso es lo que desarrolla nuestro interior. Lo otro es aleatorio.

Conclusión:

Hay un tiempo para trabajar y un tiempo para orar. Un tiempo para olvidar y un tiempo para recordar. Hay días laborables y domingos.
Hoy es el tiempo de buscar como María la “mejor parte” Hoy – 2011- es el tiempo de convertir nuestra mente y corazón. Espiritualizar nuestro interior. Hacer crecer el “hombre nuevo” que llevamos dentro.
Y hoy es el día en que cada uno de nosotros los Evangélicos debemos darle un nuevo hospedaje al Espíritu Santo y escuchar a Jesucristo todo lo que nos tiene que decir para luego hacer y enseñar.

Oremos:

Este mensaje se predicará mañana domingo 22 de Mayo 2011 en Comunidad Nueva Vida de Buenos Aires, Culto 11hs. Los esperamos.

sábado, 14 de mayo de 2011

SE BUSCAN CRISTIANOS EN SAL Y CON LUZ PROPIA

MATEO 5:13-16
“Vosotros sois la sal de la tierra, pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo, una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”

Propósito específico:

Hoy es día para reflexionar sobre nuestro lugar como cristianos en el ámbito de la vida diaria. Solemos correr el riesgo de comportarnos de “maneras religiosas”. Jesús usó el ejemplo de la sal y la luz para dar a entender que el evangelio no es religión sino vida Hacerlo atractivo es nuestro desafío hoy.

Mensaje:

El Señor, en este pasaje de Mateo 5 nos ofrece una imagen de lo que debe ser un cristiano en su ambiente y para eso utiliza dos símbolos muy familiares a todos nosotros: La sal y la luz.
Obviamente todos sabemos lo que significa la sal y la luz. La sal es el ingrediente que utilizamos generalmente para dar sabor a los alimentos y la luz es la fuerza y la energía que disipa las tinieblas.
Lo que Jesús está queriéndonos decir es que “Tenemos que ser como la sal (dando sabor) y como la luz (iluminando)

Es que en realidad como cristianos “en sal” hemos sido llamados a "condimentar e iluminar" el ambiente en el que vivimos.

Jesús en este texto de Mateo 5 dice algo interesante: “Si la sal se vuelve insípida (sosa), no sirve más para nada” Vs 13.

Ahora bien, la sal física nunca puede volverse “sosa” porque químicamente es imposible. Pero la sal de la vida, la que debe dar sabor, servicio, alegría, fe, esperanza y sabiduría, a nuestra vida y a la de otros, sí puede perder fuerza y terminar disolviéndose en la apatía, la vulgaridad, la indiferencia, el abandono y la "sin razón". Y de ese peligro Jesús nos quiere advertir.

Lo peor que le puede pasar a nuestra fe es que se haga anodina, chata,vulgar,poco atractiva, convencional y de “ropaje externo” De esa forma la gente la tirará afuera substituyéndola con "otros credos".

Dicho de otro modo: Si nuestro cristianismo no tiene fuerza interior, es pura religión o sea que no es luz para nadie, y como religión queda prisionera de costumbres y gestos externos y tarde o temprano termina en la insignificancia y en la nada.

Del mismo modo, si nuestra luz sólo alumbra debajo de la mesa de luz, los demás, el mundo, la gente, nuestro prójimo no verán, ni se sentirán iluminados ni atraidos por nuestra luz hacia Jesús.

Jesús nos dice que debemos ser luz y sal para iluminar y dar sabor cristiano a nuestra vida y a los demás.

Isaías 58:7-12 Nos dice que sólo seremos luz para los demás si encendemos en nuestro corazón el fuego del amor que es la caridad.

Leamos: Vs7-12 “Cuando partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano, entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto, e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás y te oirá Jehová, clamarás y dirá él: Heme aquí”.

¿Impresionante no? Y aunque este texto se refiere al ayuno, todo ayuno que no te abre el corazón al prójimo es un ayuno y fe estéril.

El ayuno del que está hablando Isaías no se refiere al ayuno de quedarnos sin comer, sino al ayuno de desterrar de nuestro corazón la codicia, la vanagloria y el desinterés por la gente que nos rodea.

Lo que debemos de aprender los Evangélicos de una vez es que el Señor se manifiesta más en la misericordia que en el cumplimiento de normas, leyes y ritos religiosos.

Al final de nuestra vida no nos van a juzgar por las bellas palabras que hayamos dicho, ni por los muchos diezmos que hayamos dado, ni por el ministerio próspero que hemos tenido, ni por la cantidad de cultos a los que asistimos.
Al final de nuestras vidas nos juzgarán por el amor. Amor a Jesús manifestado en nuestro amor desinteresado al prójimo.

Y este es el mandamiento de Jesús. Si nuestra vida está dirigida por el amor al prójimo desembocará indefectiblemente en Dios.
Dicho de otro modo: Si nuestra luz brilla a lo largo de nuestra vida en acciones de amor, perdón, generosidad y servicio, el Señor, al final, nos mirará complacido y nos dirá “Heme aquí”.

Nuestro llamado hoy es a ser “cristianos en sal viviendo en la luz” que no es otra cosa que sembrar paz en la tormenta, alegría en la tristeza, compañía en la soledad, consuelo en el sufrimiento, esperanza en la desilusión, optimismo en la derrota, aliento en la renuncia, vida en el abatimiento.
Y como “luminares”, orientar y señalar el camino, “dando sentido” a situaciones especiales, “actuando” en acontecimientos peculiares, “sacando” dudas , desesperanzas, oscuridad, desánimos y desalientos de los corazones.

Vivimos mucho más que para asistir a una Iglesia, memorizar versículos y cumplir obligaciones… Vivimos para mostrar que vale la pena adquirir espiritualidad porque con ella quitamos las tinieblas allí donde se desarrolla la vida. Y eso sí que es cumplir con una misión en la vida.

¿Seremos "sal sosa y sin sustancia. Simple y pura apariencia? ¿Necesitaremos nuevamente que venga el Espíritu Santo a nuestras vidas a convertir nuestros corazones?

Conclusión:

No olvidemos lo que pide Jesús: Que nuestra sal –vida- no se vuelva “sosa”, y que nuestra luz –carácter- no la encendamos para tenerla escondida.
Jesús nos dejó su doctrina y su vida para que todos los hombres encuentren sentido a su existencia y hallen salvación y felicidad en esta vida. Y para eso es necesario que todos nosotros demos ejemplo de vidas rectas y ejercitemos las virtudes cristianas en la vida sencilla de todos los días.
La luz, el buen ejemplo, han de ir siempre por delante.
Que en nuestro comportamiento del día a día no nos falte la sal y no se nos limite la luz.

Oremos:

Mensaje predicado por el Pr. Raúl Flores en Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires, 15 Mayo 2011 Culto de las 11 hs.

viernes, 13 de mayo de 2011

HUMILDAD PARA SER CREIBLES Y APRENDER A LAVARNOS LOS PIES

CARTA ABIERTA A MIS AMADOS CRISTIANOS EVANGELICOS

Me enteré que por Internet hay una información que habla de un “prestigioso” pastor quien después de haber visitado una zona carente de nuestro país y habiendo entregado ayuda a gente necesitada llegó a decir: “A partir de hoy, esta provincia nunca más será la misma” Si bien la acción de la ayuda me produjo alegría la frase me decepcionó. Lamentablemente es una frase cargada de soberbia.

¿Nos habremos salpicado los evangélicos con la mancha de la soberbia? ¿Qué escondemos detrás de cada acción que realizamos? ¿Qué motivos encierran nuestras obras? ¿Habremos entendido el mensaje de Jesús? ¿Habremos entendido cuál es la esencia del reino de Dios y qué lugar ocupamos en la misión de dicho reino?

Dice la Palabra que Jesús luego de compartir la cena se levantó de la mesa y empezó a lavar los pies a sus discípulos y a secárselos con una toalla.
“Lavar los pies y amar hasta el fin” es lo que hizo Jesús, es la esencia del Evangelio, es el meollo del Reino.

¡Ojalá así lo entendiéramos todos!

Y es que el amor de Su entrega y el gesto humilde de lavar los pies a Sus discípulos debe ser para nosotros una invitación a imitar como discípulos suyos y en nuestra vida en sociedad.

Digamos basta a la soberbia de nuestro corazón y vivamos “lavando los pies” de cuantas personas tengamos cerca y sin esperar aplauso alguno.
La humildad nos ilumina y en nuestra luz muchos podrán encontrar a Jesús.
Volvámonos al principio básico del Evangelio: “Sólo quien sirve es cristiano”. Y Jesús nos muestra con una señal más que visible que Él no vino a ser servido sino a servir.

Fue la humildad que lo llevó a amarnos y a entregarse por todos nosotros a pesar de nuestras debilidades, con nuestros defectos personales, con nuestros sufrimientos, aún con los que solo nosotros conocemos, y con nuestras pruebas.

Inclusive hasta el mismo Pedro, que al principio se resistía, por no conocer todavía el don de Dios, ahora quiere ser lavado, no solo los pies, sino también la cabeza y las manos.

¿Nos estará pasando lo de Pedro? ¿Tampoco nosotros conocemos el don de Dios?

Finalmente dice que Pedro comprende el secreto del mensaje en aquel acto de Jesús de “servir calladamente”, que no es otra cosa que practicar la humildad, el amor, la solidaridad, la entrega de la vida, y que una actitud así nos abre el camino hacia el verdadero objetivo de nuestra fe.

Por eso, es tan fundamental comprender en nuestra vida cristiana el valor de la humildad y la comunión con todos y sin estridencias ni necesidad de “slogans” ni frases cargadas de "espiritualidad vacía"

Hoy, lamentablemente se han puesto de moda "frases estridentes" que suenan bien a los oídos de quienes nos escuchan y que inflan nuestos egos de una "aparente intelectualidad", pero que no tocan el corazón de la gente.

Y la humildad bien entendida es la de reconocer siempre que necesitamos la bondad y el favor de Dios y que sin esos dones nada somos y tampoco nada podemos dar.

Así también, nosotros, nos asemejamos a Jesús cuando como El estamos llenos de misericordia, de generosidad, de alegría, viviendo con un auténtico “perfil bajo”.
Nuestro llamado es a imitarlo en su humildad y mansedumbre y evitar a cualquier precio hacer alarde de nuestras buenas obras.
Debemos mirar a quienes están cerca, descubrir lo que necesitan y al hacerlo que “no suenen campanas”. El Espíritu Santo nos habla ante las heridas y necesidades de los demás. Aprendamos entonces a lavar los pies, con humildad, como Jesús, como una señal de fraternidad y desprendimiento sin hacer alarde de nada.

Necesitamos un liderazgo nuevo. Un liderazgo en el que emerjan los valores espirituales y no los “logros ministeriales”. Necesitamos evangélicos que se deslumbren no por los “resultados numéricos de ciertos ministerios” sino por ir detrás de una conducta humilde que acerque a los que queriendo alcanzar el rostro de Dios se lo impide nuestra soberbia.

Reflexión. Rev. Raúl Flores Mayo 2011

sábado, 7 de mayo de 2011

SE BUSCAN CRISTIANOS CON TRAJE DE FIESTA

Propósito específico:

Hoy es día para reafirmar la “alegría de nuestra salvación”, y romper con la imagen estrecha de una salvación opaca y exclusivista.
Jesús nos ofrece no solo salvación, pero el “gozo de ella”. Y en ese sentido estamos en deuda con nosotros mismos y la sociedad de la que formamos parte. Es tiempo de ponernos el traje de fiesta y vivir la vida en luz, amor y plenitud.

Mateo 22:1-14

“Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo, y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas, mas éstos no quisieron venir. Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida, mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto, venid a las bodas. Mas ellos, sin hacer caso, se fueron uno a su labranza y otro a sus negocios, y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. Al oírlo el rey se enojó, y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas, más los que fueron convidados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos y llamad a las bodas a cuentos halléis. Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos, y las bodas fueron llenas de convidados. Y entró el rey para ver a los convidados, y vio” allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Más él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían. Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera, allí será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son los llamados y poco los escogidos”

Mensaje.

Con la imagen de un banquete el Libro de Isaías (Isaías 25:6-10) el profeta describe la soñada salvación para un pueblo que vive la amenaza de una total destrucción. Dice que quienes vienen para asediarla y destruirla, vendrán un día para saciarse de ella. Los enemigos de hoy irían a ser los huéspedes mañana.

Y en Mateo 22, Jesús nos habla de Dios y de su Reino con una imagen que nos resulta familiar y fácil de entender, la del banquete.
Ayer viernes 06 de Mayo se tornó inolvidable para mí. Me tocó celebrar algo importante en mi vida. Sentarme a la mesa junto a mis amigos de la infancia.

Y es que del mismo modo hace el Señor con nosotros, si es que queremos ser sus invitados, si tomamos en serio su invitación y obramos en consecuencia.

Lo interesante de Mateo 22 es que en el relato de Jesús, fueron los invitados los que pusieron en peligro la fiesta que el rey quería organizar.
De poco le sirvió al rey tener un banquete preparado, porque “le fallaron” los comensales.
Y aquí hay una enseñanza tremenda: De poco le sirven a Dios sus ganas de fiesta, si nosotros -que hemos sido invitados- le seguimos fallando, actuando con desamor, interesados solo en nuestro “metro cuadrado”, cubiertos de codicia, caminando la vida con “puños cerrados”, haciendo gala de nuestros logros, llevando la mirada de la indiferencia, viviendo para nuestro provecho, desatendiendo al que menos tiene, despreocupándonos por el que sufre indiferencia y marginación.

Y me llama mucho la atención esta parábola de la boda real porque proclama un comportamiento casi insólito de Dios.

Dice que el Rey quiere celebrar una fiesta e invita primero a sus súbditos.
¿Y qué hacen ellos?. Se excusan.
Lo insólito, es que esos súbditos que no se hubieran atrevido a rechazar una orden de su rey, se nieguen a responder a un deseo de su Rey de compartir su gozo y hacerlos sus amigos.

No hace falta mucha inteligencia para vernos retratados nosotros los Evangélicos en la actitud de los súbditos que tenían tantas otras cosas que hacer que no pudieron acompañar al Rey en su alegría.

Porque nosotros también en reiteradas oportunidades nos negamos a darle a Jesús lo que Él desea de nosotros.
Y nos negamos ¿saben porque? Porque él no lo exige.
Ahora: ¿Podría exigirlo Pr. Flores?
¡Si!,... claro que puede hacerlo, pero no lo hace.

Y nosotros muchas veces -como los súbditos de la parábola- desatendemos lo que Jesús desea y le obedecemos solo porque pensamos que no hay más remedio que hacerlo… nos da lo mismo que esté contento o no con nosotros, y eso es lo grave… Pero en realidad al Señor lo pone contento el vernos felices, alegres, plenos, generosos, llenos de luz, tolerantes, serviciales, amorosos, confiables, procurando el bien ajeno antes que el nuestro.

Y es triste decirlo pero pasa con nosotros como les pasa a los primeros invitados al banquete del Rey. No queremos unirnos al gozo del Rey y nos pasamos la vida sin probar las alegrías de nuestro Dios, porque de Él solo aceptamos sus órdenes, no sus ruegos. ¿Qué triste no? Sin embargo muchos andan así hoy.

Yo aprendí algo: Que “el que vive sólo para obedecer, aunque se desviva en obedecer, no dejará nunca de ser un súbdito; en cambio el que encuentre el modo, cueste lo que le cueste, de compartir el gozo de su Señor, se convertirá pronto en su amigo íntimo”.
¿Cuántos quieren dejar de ser súbditos y transformarse en amigo? La posibilidad está dada… solo depende de nosotros.

Es cierto que el súbdito obedece más y mejor que el amigo, pero es con amigos con quienes compartimos vida, intimidad, deseos y proyectos.

Y lo triste de todo esto es que con nuestra actitud , no nos damos cuenta de lo que nos estamos perdiendo de Dios cuando reducimos nuestra relación con Él a sólo obedecer sus mandatos.

Te digo algo?: ¡Es mucho más lo que Dios nos ofrece si atendemos sus deseos!.

Una segunda cosa que muestra Mateo 22 es la actitud de Dios.
El Señor quiere compartir Su alegría, y “no deja de hacerlo” porque no acudan sus primeros invitados.

El sale a buscar a otros. No pone ninguna condición previa para invitar a Su fiesta, quiere y desea compartirla y sale a los caminos a buscar otros invitados. ¿Hermoso no?

Y ¿Qué exige?
Un mínimo de respeto. Quienes son invitados a la fiesta, deben vestirse adecuadamente.

¿Qué nos quiere decir con esto?
Que para sentarse a la mesa, hay que “cambiar el hábito”. Renunciar a la amargura, al resentimiento, al rencor, a los malos recuerdos del pasado, al “mártir y lastimero” que llevamos dentro, al mal pensado y oportunista que anidamos en el corazón.

El Señor está alegre y quiere compartirlo con nosotros; pero no quiere “aguafiestas” en su mesa. Lo que quiere es que nos revistamos de alegría, de optimismo, de luz, de amor, de generosidad, siendo positivos, dinámicos, proactivos, chispeantes, mansos, humildes, espirituales…
Por eso los que más asistimos a “la fiesta” de nuestro Dios no podemos ser aguafiestas.
De otro modo, de poco nos serviría venir a la Iglesia, leer la Biblia, llenarnos del Espíritu Santo, si no conseguimos experimentar la dicha de sabernos “amigos de Dios”, y habiéndolo experimentado poder testimoniarlo.

Si a la invitación de compartir Su vida y alegría, no nos sabemos amigos de Dios, hoy el Señor nos dice que seremos sacados de la fiesta y perderemos la fiesta y a Dios y Él seguirá saliendo a los caminos a repetir su invitación y celebrará con otros y sin nosotros.

Conclusión:

Pidamos hoy al Señor, que quienes fuimos invitados a Su fiesta no pongamos excusas para no asistir (es decir, seguir viviendo con nuestros miedos, inseguridades, arrastrando nuestra vida como pesada carga, victimizandonos todo el tiempo) y que participemos de Su fiesta cambiando nuestra vida para ser realmente dignos de ser sus amigos y así brillar con luz propia el amor del Señor para aquellos que siguen obstinados en vivir abrazados a su propia oscuridad.

Oremos.

Mensaje a predicar por el Pr. Raúl Flores, Domingo 08 de Mayo 2011 Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires, Culto de la mañana.

Cruzada de renovacion y avivamiento

Cruzada de renovacion y avivamiento
Julio 2007. Río de Janeiro