Marcos 16:1-8
Dice nuestro texto de Marcos 16 que María Magdalena, María
Camino de estas mujeres que se inserta en este largo andar de siglos… y que también es nuestro. Porque ser "elegidos y portadores" de la alianza entraña siempre “ponernos en marcha”.
Es que en realidad el Nuevo Pacto que Dios estaba haciendo en aquella pascua con Su pueblo y también con cada uno de nosotros hoy es con el fin de que “caminemos hacia esa Promesa, hacia ese Encuentro, hacia esa Vida con mayúsculas que es Jesús mismo y compartirlo como un mensaje fresco y vibrante con nuestro prójimo en el lugar que se encuentre.
Y como contraste está
“la piedra inmóvil y sellada” por la conspiración de los enemigos. Un verdadero
obstáculo para "el encuentro" que tanto deseaban aquellas mujeres tener.
Mujeres que al
caminar vacilan entre la ilusión y la traba. Van para el sepulcro. Lo hacen para cumplir
una obra de misericordia pero "la amenaza de la piedra" las hace dudar. Las
movía el amor pero las paralizaba la duda.
También como
ellas nosotros por el Espíritu Santo sentimos el impulso de continuar caminando anunciando
el Evangelio, con el deseo de acercarnos a los necesitados, llevando en el corazón una
promesa y la certeza de la fidelidad de Dios, pero la duda como la piedra y los
sellos puede ser "nuestra atadura" que logre hacernos ceder a la tentación de
quedarnos “paralizados” y sin esperanza cuando hay tantos necesitando escuchar de nuestros labios y corazón la Buena Noticia de un Jesús que murió y resucitó por ellos.
Y esa parálisis es
la que nos enferma el alma,
arrebatándonos la memoria y quitándonos la alegría haciéndonos olvidar
que fuimos elegidos y que somos “portadores de promesas” marcados por un pacto
divino.
Parálisis que nos
priva además de la sorpresa del encuentro y que nos impide abrirnos a la
"buena noticia".
Por eso hoy
necesitamos “volver a escuchar” la buena noticia que aquellas mujeres oyeron:
"No está aquí. Ha resucitado".
Si, mis amados, quizás para estas Pascuas necesitemos una vez más de "ese encuentro con el Jesús resucitado" que destroza las piedras y
rompe los sellos y que nos abre un nuevo camino: El de la misión y de la esperanza.
Porque no solo
nosotros sino también el mundo necesita de ese encuentro. Mundo que "convertido
en cementerio" necesita de este mismo anuncio que levanta, que genera
genuina esperanza, y que impulsa a caminar con gestos de misericordia, de
generosidad y de amor como el de estas mujeres que iban de camino a ungir.
Dicho de otro
modo: Lo que quizás estemos necesitando en estas Pascuas es que nuestra probable fragilidad “sea
ungida por la esperanza”; y que esa esperanza nos mueva nuevamente y con mayor fuerza a proclamar la Buena Nueva y ungir solidariamente
a cada necesitado de un mundo que nos necesita.
¿Qué es lo peor
que nos puede pasar? Que optemos por la piedra y la corrupción de los sellos,
por el desaliento, por el estarnos quietos sin sentirnos elegidos, sin promesa,
sin alianza. Lo peor que nos puede pasar es que nuestro corazón “quede cerrado
por el estupor” de un anuncio tan poderoso y vivificante que nos impele a
seguir caminando.
Hoy es el día del
anuncio: Gritemos con toda nuestras fuerzas: ¡Jesucristo, nuestra esperanza, ha
resucitado!
Proclamemos que este anuncio, que esta misión, que este camino de esperanza, es más fuerte que lo pesado de la piedra y la seguridad provisoria que ofrece
la corrupción de los sellos.
En este día de
Pascua de resurrección María junto a las otras mujeres gozaba ya del saber que
Jesús no estaba tieso en aquel sepulcro sino resucitado. Y yendo llevaron gozosas la Buena Nueva a aquellos desesperanzados y tristes discípulos...
Que el Espíritu
Santo renueve en estas pascuas en cada uno de nosotros el deseo de caminar gozosos -como estas mujeres- impulsados por el estupor del encuentro con Jesucristo el Dios hecho hombre, hacia los desesperanzados que nuestro mundo cobija hoy.
FELICES PASCUAS
DE RESURRECCION!!!!