miércoles, 20 de octubre de 2010

¿CONOCEMOS AL ESPÍRITU SANTO?

Introducción:

Hoy vamos a hablar del Espíritu Santo.

Necesitamos conocer más de Él y su obrar en nuestras vidas. Jesús dijo “Sin mí, nada podéis hacer”. Y como Comunidad necesitamos ser enseñados en este tema si es que vamos a ser eficaces testigos suyos. Y….
Oración de transición:
El mejor camino para conocer al Espíritu Santo es recurrir a los símbolos que la Biblia usa para definirlo.

Cuerpo del mensaje:


1.- Cuando describe su actuar en el hombre y en la Iglesia. El Espíritu Santo es representado como NUBE, (Números 17:7-8).
La Nube del Espíritu cubre y protege al mismo tiempo. Y sin la fuerte influencia del Espíritu Santo carecemos de cobertura. Qué en esta mañana podamos decir: “Gracias Señor porque tu cobertura me da confianza para vivir sin temor”
Necesitamos cobertura. Además de la lucha con Satanás, tenemos la lucha del día a día: Somos necesarios en nuestra casa, con nuestros hijos, en el trabajo, en la provisión diaria, en la demanda del Ministerio, Sobreexigidos sin la presencia del Espíritu, bajaremos los brazos en cualquier momento. Llenémonos esta mañana del Santo Espíritu y vivamos en las luchas de cada día fortalecidos.


2.- Pero también es presentado como LUZ, porque el Espíritu Santo nos es dado para entender los misterios de la Gracia.
Es que sin el Espíritu de Dios las verdades del Reino no las podés entender.
En Efesios 1: 15-19 Pablo ora pidiendo: “Pido el Dios de nuestro Señor Jesucristo, les dé sabiduría espiritual para entender su revelación y conocerlo mejor. QUE ILUMINE SUS MENTES para que sepan cuál es la esperanza a que los ha llamado, y cuán gloriosa y rica herencia da a los que suyos, y cuán grande y sin límite es su poder, el cual actúa en nosotros los que creemos…”.
Por eso como Comunidad debemos pedir siempre: ¡Ven, Espíritu Santo e ilumina nuestra mente y corazón a fin de que oremos, actuemos y ministremos como conviene a Tus Planes y propósitos. Quién vive lleno del Espíritu obtiene resultados fantásticos porque planifica su vida y ministerio de acuerdo a Su voluntad.


3.- El Espíritu Santo también es representado como PALOMA, en cuya forma visible descendió sobre Jesús cuando fue bautizado.
En el A T, la paloma fue mensajera de la reconciliación de Dios con la humanidad en tiempos de Noé.
Había llevado a aquel patriarca el anuncio del término del diluvio que sufría la tierra (Gen 8: 9.11).
En el N T, esta reconciliación tiene lugar mediante el bautismo, del que habla Pedro, refiriéndose a las ‘personas… salvadas “a través del agua” en el arca de Noé (1 Pe 3:20-21).
Por consiguiente, el Espíritu Santo, es Amor, derramado en los corazones de los hombres, como dice Pablo (Rom 5: 5), y es también quien da la paz.
Nunca verás irritado ni agitado a quien vive bajo la unción del Espíritu Santo. ¿Cuántos de los que estamos acá necesitamos cura para nuestras emociones y corazón? El remedio es el Espíritu Santo. Pongámonos esta mañana bajo Su Señorío y El solucionará los problemas del corazón.


4.- El Espíritu Santo es representado también como AGUA.
El agua simboliza vida que es concedida por Dios a la naturaleza y a los hombres.
Isaías 41:18 dice: “En las alturas abriré arroyos y en medio de las barrancas manantiales. Convertiré el desierto en lagunas y la tierra árida en manantial de aguas”

¿A que se refiere aquí Pr. Flores? Es una alusión a la “influencia vivificante” del agua.
El profeta aplica este símbolo al Espíritu, uniendo agua y Espíritu de Dios, cuando proclama en Is 44:3 ‘Derramaré agua sobre el sediento suelo, raudales sobre la tierra seca. Derramaré mi Espíritu sobre tu linaje… Crecerán como en medio de hierbas, como álamos junto a comentes de aguas’. Así señala Isaías el poder vivificante del Espíritu, simbolizado por el agua.

Además, el agua libra a la tierra de aridez (Is 18: 41.45).
El agua sirve también para satisfacer la sed del hombre (Is 43:20).
El agua es símbolo de purificación, como se lee en Ezequiel: “Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré” (Ez 36: 25).

En la visión de Ezequiel 47, el agua viva del profeta crece y se vuelve más poderosa a medida que corre.
La tierra entre Jerusalén y el mar Muerto era un desierto pedregoso, desolado, incapaz de sostener la vida.
Sin embargo, en esta visión, la corriente de agua viva hace surgir y sostiene la vida de una manera milagrosa. Cuando por fin, el agua alcanza el Mar Muerto lo transforma completamente. Aleluya!!!!

La visión presenta un claro mensaje sobre el poder divino dispuesto a nuestro favor.
Es que en realidad la Gracia de Dios amados produce vida. La Gracia de Dios conquista la desolación del “desierto de Judea” y brinda vida a las aguas del “Mar Muerto”. ¡Cuánto necesitamos del Espíritu en nuestras vidas! Y lo bueno es que ese Espíritu está a disposición nuestra siempre.
Y la coronación de todos estos textos se encuentra en las Palabras del Apocalipsis sobre el río de agua viva, límpida como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. En medio de la plaza de la ciudad, a una y otra margen del río, hay árboles de vida… Sus hojas sirven de medicina para los gentiles (Ap 22: 1.2).

La Iglesia toda y nosotros como Comunidad Nueva Vida, somos llamados “a regar” a nuestro barrio y al mundo con el agua viva del Espíritu de Amor. Por eso volvamos hoy a llenarnos del Espíritu Santo. Dejemos la apatía y la indiferencia para “los religiosos”. Tenga el Ministerio que nos fue dado la particularidad de llenar corazones. Seamos canales del Espíritu. Vibrantes mensajeros del Evangelio. No copiemos “modelos humanos de ministerios” Busquemos Su presencia y dejémoslo fluir.


5.- El Espíritu Santo es representado también como FUEGO.
El fuego siempre está presente en las teofanías del Antiguo Testamento.
En ocasión de la alianza establecida por Dios con Abrahán (Gen 15: 17)
En la zarza que ardía sin consumirse cuando el Señor se manifestó a Moisés (Ex 3: 2)
Y la «Zarza ardiente» es símbolo del amor de Dios que quema sin agotarse; e igualmente en la columna de fuego que guiaba por la noche a Israel a lo largo del camino en el desierto ( Ex 13: 21-22).

El fuego está presente, de manera especial, en la teofanía del monte Sinaí (Ex 19: 18).
El fuego simboliza, por lo tanto, la presencia de Dios.

La Biblia afirma muchas veces que “nuestro Dios es fuego consumidor” (Heb 12: 29).
Las Palabras que provienen del Espíritu Santo son “como fuego” (Jr 5: 14; 23: 29), tienen la eficacia que las palabras humanas no poseen.

La imagen del fuego la vemos en Pentecostés en las lenguas de Fuego (Hch 2:3). El símbolo de las lenguas de fuego.
Si el fuego simboliza la presencia de Dios, el de ‘lenguas’, queda explicado inmediatamente cuando el autor añade: ‘Se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse’ (Hech 2, 4).

El FUEGO además, puede producir terribles incendios y destruir todo a su paso, y entonces es imagen de juicio.

Algunos textos nos recuerdan esta expresión del fuego: “He aquí que el nombre de Jehová viene de lejos, ardiente su ira y pesada su opresión. Sus labios llenos están de furor, su lengua es como fuego que devora, y su aliento como torrente desbordado que cubre hasta el cuello” (Is 30: 27-28)… “Sucederá que, de un momento a otro, de parte de Jehová serás visitada con trueno, estrépito y estruendo, turbión, ventolera y llama de fuego devoradora” (Is 29:6).

El fuego está asociado aquí claramente a una acción purificadora y transformadora de Dios.
Frecuentemente la Biblia nos habla del FUEGO con que se purifica el oro, que al fundirse permite separar el metal puro de la escoria.
Es la obra que el Espíritu Santo realiza progresivamente en el creyente limpiándolo, purificándolo, santificándolo.
Y este Fuego no quema ni destruye al hombre, solo al pecado.

Necesitamos fuego queridos. El cristiano de estos tiempos necesita fuego.
El profeta Elías pidió que Dios respondiera a través del envío del fuego. 1 Re 18: 21-24. 36-39.
Dios quiere enviar una pasión a nuestro corazón. «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!» (Lc 12: 49) dice Jesús, hablando del «fuego» de su pasión, es figura del «fuego de amor», este amor no se extingue, es más, es capaz de «incendiar» otros corazones.

Como los soldados del Gedeón bíblico propongámonos avanzar con la antorcha de la llama del Espíritu de Dios: “en la izquierda tenían las antorchas y en la derecha los cuernos para hacerlos resonar” (Jueces 7:20) y celebrar así los triunfos de nuestro Dios.
El quiere que le amemos con intensidad no con mediocridad ni con tibieza. Hay muchos que viven a Cristo sin pasión, gente apagada.

Ap 2:2-5 La falta de Pasión por Cristo es pecado. Es una trampa pensar que podemos amar a Dios con tibieza, frialdad, pero no es así. El quiere un amor total porque esa es la manera como él nos ha amado, Nos ama de una forma intensa.
Algo más. Una cosa es tener el fuego y otra muy diferentes es mantener el fuego.
¿Vos tenés? O ¿mantenés el fuego? La clave está en mantener el fuego, muchos comienzan emocionados pero conforme avanzan van perdiendo el fuego. Van perdiendo la pasión por el Señor. Por eso 2 Tim 1:6 Pablo le pide a Timoteo: “Aviva el fuego que hay en ti”. Es decir, el fuego que está en nosotros debe ser avivado.
No debes conformarte con tener fuego, no debes conformarte con tener un toque de Dios. Tienes que ser Llama viva del Espíritu Santo que da calor. Debes mantener lo que Dios te está dando, porque el fuego tiende a apagarse, Pablo dice: NO APAGUEN EL ESPÍRITU (1 Tes 5: 19).
Hay quienes tienen el ministerio de “bomberos espirituales” quieren apagar el fuego que hay en ti. Muchos te dicen: “Se te ve muy consagrado, ya se te pasará”.
Necesitamos gente encendida, hombres encendidos. Porque así se encenderán otros. Tú eres una antorcha en lugares de necesidad.
Ser encendidos es una necesidad. Zac 12: 6. Las moscas no se acercan al fuego. Una víbora huye cuando hay fuego y todas las víboras huirán donde hay un fuego encendido. Hch 28.


6.- Y para que el fuego se mantenga necesitas viento. El Espíritu es VIENTO.
El viento fuerte en la Biblia ‘anuncia’ la presencia de Dios. ‘Vi un viento huracanado que venía del Norte, una gran nube con fuego fulgurante’: es la teofanía descrita al comienzo del Libro del Profeta Ezequiel (Ez 1: 4).

En particular, el soplo del viento es la expresión del poder divino que saca del caos el orden de la creación (Gén 1: 2). Y es también la expresión de la libertad del Espíritu: ‘EI viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va’ (Jn 3: 8).

El viento puede ser un terrible huracán, (ráfaga) y entonces representa el poder del Espíritu. En Pentecostés, se oyó un estruendo como de viento fuerte que soplaba y que llenó toda la casa, cuando descendió el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es fuerza: “Y de repente vino un estruendo del cielo.” generando una gran expectativa en torno a lo que estaba sucediendo.

Lo que me llama la atención amados es que los reunidos nunca buscaron las señales externas, el estruendo llegó “de repente”, las lenguas como de fuego “se les aparecieron”. Las señales son para los incrédulos ¡para que crean! Las señales siguen al creyente y no el creyente a las señales. Jesús mismo afirmó: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echaran fuera demonios, hablaran nuevas lenguas…” (Mc 16:17)

Estoy definitivamente convencido (después de tantos años de experiencia pastoral) que buscar las señales nos coloca en riesgo de ser un milagro-adictos, señal-dependientes, sensacionalistas de cuarta…
Es triste decirlo amados pero en algunos círculos cristianos buscamos las señales y no al dador de las señales. Buscamos las señales como un fin.

Las señales llegarán indefectiblemente… pero… “de repente”, como consecuencia de la presencia de Dios.

Pero también puede ser UN SILBO APACIBLE, (soplo, brisa) ‘el susurro de una brisa suave’ habla de intimidad (1 Re 19: 12).
Sabemos que, cuando Jesús, tras la resurrección, se apareció a los discípulos, ’sopló’ sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo’ (Jn 20: 22-23).
El soplo es figura de la íntima suavidad con que el Espíritu se comunica con nosotros.
El Espíritu está soplando de esa manera en estos días. Buscando que intimemos con el Señor… ¿¿¿Será que nos estamos haciendo los distraídos??? Que el Señor tenga misericordia de nosotros amados. ¿Qué tanto intimamos con Dios? ¿Mucho? ¿Poco? ¿Cuándo puedo? ¿Cuándo tengo una urgencia?

7.- Todos sabemos que un buen combustible del fuego es el aceite. Y ACEITE es otra figura del Espíritu. También la unción con el aceite pertenece a la tradición del Antiguo Testamento.
Recibían la unción, ante todo, los reyes, pero también los sacerdotes y a veces los profetas.
El símbolo de la unción con el aceite expresa la fuerza necesaria para el ejercicio de la autoridad.

En su intervención en la sinagoga de Nazaret, al comienzo de su vida pública, Jesús se aplica a si mismo el texto de Isaías que dice: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido Dios’ (Lc 4:18).

El texto de Isaías sobre la “consagración con la unción” se refiere no a las “caídas y borracheras” (a las que no discuto ni critico), pero a la fuerza de naturaleza espiritual necesaria para cumplir la misión confiada por el Señor a alguien a quien eligió y envió.

Jesús nos dice que este elegido de Dios es El mismo, el Mesías: y la plenitud de la fuerza conferida a Él es su propiedad de Mesías, es decir, ungido del Señor.

El Espíritu Santo “unge” al bautizado, imprimiéndole su sello indeleble ( 2 Co 1: 21-22).

Significa entonces que el Espíritu Santo es el Sello de Dios. El Sello del Espíritu es la identificación con Cristo, prenda de salvación. Es señal de protección, de pertenencia.
Con esta “unción” espiritual, el creyente puede, a su manera, repetir las palabras de Jesús: “El Espíritu del Señor está sobre mí; por lo cual me ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, y a proclamar el año de gracia del Señor” (Lc 4: 18-19; Is 61: 1-2)

En los Hechos, Pedro alude también a la unción que recibió Jesús, ‘cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo bienes y curando a todos los oprimidos por el Diablo’ (Hchs 10: 38).

Así como el aceite penetra la madera, de la misma manera el Espíritu Santo penetra todo el ser del Mesías-Jesús, dándole el poder salvador de curar los cuerpos y las almas.

La participación en la unción de Cristo con el Espíritu Santo pasa a todos los que con fe lo recibimos como escribe Juan: ‘están ungidos por el Santo’, y esa unción ‘permanece’ en ustedes (1 Jn 2: 20. 27).
Y esta unción constituye la fuente del conocimiento, pero también la fuerza necesaria para ejercitar la Autoridad que nos fue delegada por Dios.
¿Falta autoridad en nuestras prédicas? ¿En nuestras oraciones? ¿En nuestras palabras al ministrar a las personas?
Vengamos esta mañana a llenar de nuevo nuestros corazones.


8.- Finalmente: El Espíritu Santo es representado como VIDA.
El Espíritu vivifica como hizo en la Comunidad reunida a la espera de la “Promesa de Dios” (Hech 2:14; Lc 24:49; Hech 1:8).
Ya Jesús le había dicho a Nicodemo: “En verdad te digo: el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3: 5).
Esta es la vida de Dios recibida por el Espíritu.
El eterno hijo de Dios es el autor de la vida que obtenemos al recibir al Espíritu de Cristo.
Estar llenos del Espíritu es estar llenos de vida. De lo contrario nuestro estado, pese a estar en la Iglesia, es estar vacíos de ella.


Conclusión:

Necesitamos gente encendida, hombres encendidos.
Solo nos convertiremos en hombres nuevos si el Espíritu Santo nos libera de nuestras ataduras y prejuicios.

El Espíritu quiere ayudarnos en esta mañana a vivir como Cristo vivió. A tener como Comunidad una actitud profética y evangélica ante las dificultades del presente y a ser testigos poderosos de Él.

Acerquémonos al altar esta mañana y seamos configurados por el Espíritu en un nuevo hombre para la gloria del Señor. Abrámonos al Espíritu y seamos enseñados por Él. Recordando lo que dijo Jesús: “Sin mí, nada podéis hacer”

Oremos:

Rev. Raúl Flores
Mensaje preparado para ser predicado en Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires.

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Julio 2007. Río de Janeiro