sábado, 18 de septiembre de 2010

HASTA AQUI NOS AYUDO EL SEÑOR

Mensaje para dedicación y aniversario de la Iglesia de Hidalgo. Marzo 1995
Rev. Raúl Flores

Texto: 1 Samuel 7:12
Introducción: Los monumentos erigidos en lugares visibles y públicos, son recordatorios de eventos especiales, o de personas que dejaron un rastro indeleble en la historia. Son objetos transitivos que representan algo especial del pasado en forma presente y tangible. Como objetos transitivos, las rocas testifican de algo perenne, inamovible, seguro y sólido.
Necesitamos retener las memorias relacionadas a la bondad de Dios y su fidelidad hacia nosotros a través del pasaje del tiempo.
Objetos memoriales que nos recuerden a nosotros de la gracia, bondad y misericordia divinas, y que transmitan y enseñen a nuestros hijos acerca de tal fidelidad.
La Iglesia hoy celebra su aniversario.

Las Escrituras nos dan a entender una larga historia utilizando piedras como altares, señales y monumentos recordatorios ante Dios.
1. Noé edificó un altar de piedras luego del diluvio, marcando un nuevo comienzo en la tierra luego que las aguas re cedieron. Tales piedras eran un testimonio ante Dios y sus descendientes que el Dios del pacto estaría con ellos al comenzar un Nuevo recorrido, una nueva existencia.
2. Abraham edificó un altar en Siquem, luego en Bet-el, y después en Hebrón. Donde iba el patriarca, edificaba altares como testimonio de las promesas de Dios, aún cuando los habitantes de Canaán ocupaban la tierra prometida.
3. Jacob puso una piedra por cabecera cuando huía de Esaú. El narrativo nos pinta un cuadro de un Jacob cuyo engaño y manipulación para robar la primogenitura de su hermano le acarreó muchos sinsabores hasta toparse con Dios, arrepentirse y ser restaurado, con un cambio de nombre concurrente con su cambio de carácter. Cansado del camino, se acostó, con una piedra por cabecera y tuvo un sueño maravilloso, donde ángeles subían y bajaban ante la presencia de Dios. Al despertar y levantarse de su sueño, “tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó como señal, y derramó aceite encima de ella. Y llamó tal lugar Bet-el: Casa de Dios.” Más aún, hizo un voto ante Dios diciendo, “Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para tí.” (Gen 28:20-21)
4. Moisés luego del éxodo de la esclavitud de Egipto, el cruce del Mar Rojo, y de la conquista de los amalecitas, erigió un altar de piedras ante Dios y ante el pueblo (Ex. 17:15) llamando tales piedras “Jeová-Nisi = Dios es mi estandarte, mi escudo.
5. Luego de cuarenta años de peregrinación por el desierto, Josué guiando a los israelitas, cruzó el Jordán, y mandó recoger doce piedras del medio del río y llevarlas al campamento donde acamparon, y erigió con tales piedras un memorial para recordar la fidelidad de Dios en traerlos a la tierra prometida (Josue 4:9). El memorial fué conectado con el evento del éxodo. Desde el comienzo al cruzar el mar Rojo hasta el cruce del Jjordán, las piedras establecidas como memorial testificaban de la fidelidad de Dios en cumplir sus promesas a su pueblo.
6. Otra vez, Josué antes de morir apela a un testimonio memorial ante Dios y el pueblo. Hizo un recordatorio solemne ante Israel en la ciudad de Siquem. Las Escrituras narran el evento en Jueces 24:1…; 14-15. Los desafió directamente
“Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad… y si mal os parece server a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres…o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”
“Y tomando una gran piedra, la levantó allí debajo de la encina (un árbol) que estaba junto al santuario de Jehová.” (Josué 24:26). Y además agregó, “He aquí esta piedra nos servirá de testigo, porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha hablado; será pues, testigo contra vosotros, para que no mintáis a vuestro Dios.” Así se despidió del pueblo.

7. Luego transcurre la historia de Israel, narrada en el libro de los Jueces. El libro se resume en tres palabras: desobediencia, derrota y degradación; seguidas por el arrepentimiento y la restauración de los Israelitas bajo el mando de un juez, para volver al mismo ciclo hasta terminar y proseguir con el libro de Samuel.


1.- Eben-Ezer: HABLA DE FIDELIDAD DE DIOS EN EL PASADO.
Un Testimonio a la Fidelidad de Dios
La palabra Eben-ezer aparece por primera vez en I Samuel 4:1 y se refiere a una ciudad 25 millas al noreste de Jerusalén, 10 millas de la costa.
Luego de la conquista de la tierra prometida Israel, Josué experimentó el conflicto constante con los enemigos que quedaron en la tierra, especialmente los Filisteos.
En tiempo de guerra con los Filisteos, la ciudad Eben-Ezer era un lugar estratégico de batalla.
Una tragedia sucedió en Eben-ezer con respecto al Arca del Pacto, cuando debido a la desobediencia y degradación del pueblo del Dios, los enemigos ganaron terreno.
Los Filisteos no solo derrotaron a Israel en un par de ocasiones, sino que también capturaron el arca y se la llevaron a Ashdod ( 1 Samuel 5:1-2). Dios tuvo misericordia de Israel e hizo que el arca volviese (1 Samuel 7:1-2) luego de castigar a los Filisteos a través del arca(cf. 5-6).
Luego de un período largo de desobediencia, derrota y degradación, de pesadumbre y problemas, Israel se arrepintió y bajo el liderazgo de un nuevo sacerdote y juez, Samuel, Dios restauró a su pueblo, dándoles seguridad política, y el pueblo se re consagró de vuelta a Dios. Fue en la ocasión de tal renovación que Samuel colocó una piedra grande luego que tal arrepentimiento y restauración tomó lugar. Públicamente dedicó tal piedra ante Israel, como un monumento a la ayuda de Dios en pelear por ellos y salvarlos, a la fidelidad de Dios en protegerlos, al pacto eterno de Dios.
Samuel colocó el Eben-ezer cerca de Mizpah, 6 millas al norte de Jerusalén. Samuel acompañó su ceremonia memorial con las palabras: “Hasta aquí nos ayudó Jehovah.” El nombre Eben-ezer significa “piedra de ayuda.” Tal piedra llegó a ser un memorial de guerra en una manera especial —un recordatorio del poder de Dios en las batallas de la vida.
¿Por qué Samuel erigió ese monumento?
Samuel era un hombre sabio; conocía la naturaleza humana; no había computadoras, diarios, internet o ayudas para la memoria como las que existen hoy.
Siguió una larga tradición de erigir piedras ante Dios y ante el pueblo: Al hacer uso del simbolismo en el evento de renovación israelita, tuvo la gran idea de imitar a Noé, a Abraham,a Isaac y Jacob, a Moisés, a Josué … quienes erigieron altares de piedras como recordatorios visible de la gracia de Dios.
Samuel sabia que somos personas que se olvidan muy pronto de lo que Dios ha hecho… Eben ezer como una roca grande era un testimonio sólido, perenne, recordatorio: Dios es fiel.
No es que la piedra era lo que ayudó, sino que simplemente testifica acerca de Dios, que verdaderamente era el ayudador de su pueblo.
Era una piedra de recuerdo, mirando hacia el pasado.
Al contemplar la piedra Eben-Ezer, nuestra memoria nos ayuda a repasar la bondad de Dios.
¿Cómo miramos al pasado? ¿Con remordimiento, con angustia, con sinsabor? ¿Con lágrimas en los ojos debido a las pérdidas que hemos sufrido? ¿Con un sentido de culpabilidad y de vergüenza por no haber hecho lo bueno, sino lo malo ante Dios?
¿O miramos al pasado con nostalgia embargadora, con paz y afecto, recordando a aquellos que nos han precedido en el Señor y han marcado un derrotero ejemplar, cuya presencia en ausencia se deja sentir, y aún están entre nosotros como un recordatorio? Sus obras siguen vigentes y palpables en nuestro medio.
Estamos sentados sobre un terreno que ha sido sembrado con mucho amor y tesón, con muchas lágrimas, desvelos, penurias sufridas por personas que dieron sus vidas para que la obra de Dios sea establecida en este lugar.
Hoy, como recordatorio del aniversario de la fundación de esta obra, establecemos un Eben-ezer otra vez, para testificar de la bondad, fidelidad y misericordia de Dios; unámonos a Samuel, al pueblo de Dios a través de la historia, y digamos, “Hasta aquí nos ayudó el Señor!”
2.- EBENEZER HABLA DE LA FIDELIDAD DE DIOS PRESENTE.
Dios es Fiel: Aquí y Ahora

Ebenezer no solo testifica de la fidelidad de Dios “hasta aquí.”. Necesitamos un memorial, una piedra de reconocimiento, presente. A veces, es más fácil ver que Dios ha hecho grandes maravillas ayer. A veces, es menos difícil postular que Dios hará grandes cosas mañana. Sin embargo, nuestra fe debe postular que Dios está con nosotros aquí y ahora, para hacer grandes cosas y para darnos poder, oportuno socorro y aliento en nuestro caminar diario. Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos.
Debemos actualizar la presencia, el poder del Dios en medio nuestro.
Un ejemplo de su poder actualizado encontramos en Juan 11. La biblia nos relata la resurrección de Lázaro en Betania, con preguntas muy interesantes.
Jesús apareció en la casa luego que su amigo había muerto hacía cuatro días. Marta, en su angustia, lo confrontó a Jesús con las palabras, “Si tu hubieses estado, el no hubiese muerto…”
A lo cual Jesús contestó, “Yo soy la resurrección y la vida…” Luego, Marta recalcó, “Yo sé que lo resucitarás al postrer día…” Jesús volvió a recalcar que en el presente, el es la resurrección y la vida.
Para Marta, como para nosotros, era más fácil pensar que Jesús podía haber hecho algo en el pasado, o que hará algo en el futuro… pero la cuestión es oír la voz de Jesús que dice “YO SOY…” en el presente, y creer que el está aquí y ahora para respaldar su Palabra como la roca de nuestra fe, nuestra piedra de ayuda.
3.- EBENEZER HABLA DE LA FIDELIDAD DE DIOS EN EL FUTURO
Eben-ezer era también una piedra de revelación, del futuro.
Dos es fiel, y así como lo hizo en el pasado, lo hará en el futuro. Así como lo había dicho Josué, “Yo y mi casa serviremos al Señor” (Josué 24:15), así también nosotros hemos decidido hacer lo mismo, con la mirada hacia el futuro, asiéndonos de las promesas de Dios y caminando por fe.
“Alabad a Jehová porque El es bueno; porque para siempre es su misericordia; díganlo los redimidos del Señor, los que ha redimido del poder del enemigo… (Salmo 107:1,2).
Pablo nos recuerda de la fidelidad de un Dios que nunca cambia, al decir en Filipenses 1:6 –“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.”
Eben-ezer nos recuerda que el pueblo prosiguió su marcha con la piedra como testigo, visible a todos los transeúntes, un recordatorio del juicio y del arrepentimiento, de la gracia, la misericordia y la restauración de Dios.
Eben-ezer representa un Nuevo comienzo, una renovación, un cambio radical en el curso de nuestra vida, testificando que la misericordia de Dios es para siempre… grande es su fidelidad.
Personalmente hablando, a veces me torturo recordando mis errores, aún cuando fueron cometidos hace tiempo atrás… No me perdono muy fácil, aún cuando acepto que la gracia de Dios me ha alcanzado.
Tal vez te identifiques conmigo. Pero eso no es lo que Dios desea.
Dios quiere que establezcamos un Eben-ezer y empujemos para adelante. Filipenses 3:13
Debemos poner una piedra que sirva como memorial a la fidelidad de Dios, a su gracia y bondad. Somos pecadores perdonados por la gracia de Dios quien ha hecho un pacto eterno, sellado con la sangre preciosa de Cristo, recordándonos que somos libres del pecado para servir a la justicia.
Andamos por fe y no por sentidos.

4.- EBENEZER NO SOLO RECORDATORIO DE LA FIDELIDAD DE DIOS PASADA, PRESENTE Y FUTURA, PERO NUESTRAS BASES PARA VIVIR.
No Solo Recordatorio, Pero Bases Para Vivir

Debemos estar consientes de la necesidad de renovación en la iglesia.
Debemos restaurar nuestro altar si ha sido abandonado, menguado, caído.
Recordemos que cuando el pueblo de Dios habitó en la tierra y llegó a establecerse, se olvidaron de permanecer fieles a Dios, y siguieron en pos de los dioses cananeos, Dios levantó profetas para traerlos de vuelta al redil.
En una ocasión especial, el profeta Elías usó doce piedras para erigir un altar en el monte Carmelo para que el fuego de Dios caiga y consuma el sacrificio (1 Reyes 18:31-32). El verso anterior (18:30) dice que el profeta “arregló el altar de Jehová que estaba arruinado…” ( restauró el altar, renovó el servicio, la adoración, el sacrificio a Dios). Estableció el criterio que Dios es el Dios de Israel, y que permaneció fiel a su pueblo, a pesar de ver a su pueblo ir en pos de dioses ajenos.
Pablo, escribiendo a los Corintios, les recuerda que el fundamento de sus vidas y su iglesia es Jesucristo mismo (1 Cor 3).
Pedro menciona a Jesucristo como piedra angular de la iglesia.
En el sermón del monte, el mismo Jesús recalca el hecho que aquellos que oyen la Palabra y la ponen por obra, son comparados a una persona que edificó su casa sobre la roca.
El basarse sobre la Palabra nos arraiga sobre el fundamento firme de nuestra existencia.
También, es significativo que el Señor cambió el nombre de un débil Simón a un discípulo cuyo sobrenombre es Pedro, o piedra, como para redefinir un carácter más estable en su seguidor.

Dios es fiel. Esa es una buena noticia.
El evangelio de Dios es buenas nuevas.
Prediquemos, anunciemos el evangelio desde este lugar, porque si callamos… las piedras clamaran!

CONCLUSIÓN:
Eben-ezer nos invita a reflexionar nuestra vida marcada por las vicisitudes -tentaciones vencidas, yerros cometidos, gente que aportó y gente que trajo dificultades a nuestras vidas.
Batallas ganadas y vencidas, momentos alegres y tristes.
Cuánta gente ha orado por este lugar; cuánta gente ha volcado sus energías, su tiempo, sus bienes para que este lugar sea lo que es hoy.
Sea que nos recuerde de lo agradecido que estamos como Samuel; o del perdonado Pedro; o del cambiado y re-nombrado Jacob, o bravo y desafiante Josué, queremos que nuestro Eben-ezer fije algo indeleble en nuestras mentes y corazones que perdure a través del tiempo. Podemos establecer este monumento aquí y ahora, paralelo al Sinaí, al Jordán, a los montes de Judea.
Esta iglesia es un memorial de la gracia, del poder y la ayuda de Dios.
Un lugar de encuentro con Dios. Un lugar de arrepentimiento, de confesión y de restauración.
Muchos pueden testificar hoy acerca del tal experiencia, donde su carácter y conducta han sido redefinidos y transformados por el poder de Dios.
Es casa de Dios, Betel.

Un lugar de sanidad –espiritual emocional, física, como muchos pueden atestiguar. Un lugar de ayuda al necesitado, al caído, al depresivo, al abatido.
Un lugar de compañerismo, de amistad y hermandad.
Hasta aquí nos ayudó el Señor. ¿Lo hará hoy también? ¿Será fiel mañana?
En sus Lamentaciones, Jeremías nos recuerda que nuevas son las misericordias de Dios. Cada mañana las renueva… Grande es su fidelidad.
El que nos trajo hasta aquí y nos ayuda hoy en los embates de la vida, nos ayudará hasta el fin.
Que así sea.

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