domingo, 27 de marzo de 2011

AUMENTANOS LA FE...

Hebreos 11:1-2; 8-19

Propósito Específico:
Hoy vamos a hablar de fe. Necesitamos pasar revista a nuestra fe, hacerle un “chequeo” y ver como se encuentra. Estar alertas y velar.

Mensaje:

¿Por qué estamos nosotros aquí, hoy, y no nos quedamos en casa durmiendo?¿Por qué estamos orando juntos gentes de distintos lugares, posición social y cultural?¿Por qué nos aceptamos y queremos como hermanos?¿Por qué pasamos victoriosos a través de la alegría y la tristeza, el éxito y el fracaso, la vida y la muerte?
Porque existe una fe. Una fe colocada en el Señor Jesús. Fe nos une a Jesucristo y a los hermanos.
Fe que es definida, como: "esfuerzo por conseguir lo que esperamos y convencimiento respecto de lo que no vemos".
Fe que es esfuerzo, tensión, certeza, empeño, pero no de un día de emoción; esfuerzo y tensión pero no de una rutina muerta; esfuerzo y tensión pero no sólo cuando hacemos celebraciones religiosas; esfuerzo y tensión de toda la vida. Es como una flecha siempre en busca del blanco.
La vida cristiana es una vida de fe en Dios y también es "convencimiento respecto de lo que no vemos". Convencimiento, profundidad, raíces hondas, que ningún huracán, ningún escándalo, ningún charlatán podrá destruir.
Y el autor de la carta a los Hebreos nos pone como ejemplo de fe a Abraham, que es esfuerzo y convencimiento.
Dice que por la fe obedeció, salió de su tierra y ofreció a su único hijo. Y esta carta a los Hebreos hace un canto a los héroes de la fe, hombres y mujeres, que a pesar de sus pecados, de sus fallas y traiciones apostaron por Dios y nunca perdieron el don de Dios, el don de la fe.

Y para ser claros amados: Se salvan no los buenos, se salvan los creyentes.
Se salvan no los perfectos, se salvan los que por su fe producen los frutos del amor (que es lo mismo que decir vivir para los demás)
Y por esa razón venimos en esta mañana nosotros a gritarle al Señor: "Señor creo pero aumenta mi fe".

Oí una vez el cuento de un hombre que había concertado una cita con el psicólogo. "Doctor, siempre me siento deprimido. Haga lo que haga la depresión me puede. Ya no sé qué hacer".
El psicólogo lo miró y le dijo: "Venga conmigo a la ventana". El psicólogo señalando hacia fuera dijo: "¿Ve aquella carpa? Es un circo muy bueno y tienen un payaso que es buenísimo. Le hará reír mucho. Vaya y le aseguro que ya no tendrá más motivos para deprimirse de nuevo" El hombre se volvió hacia el psicólogo y le dijo con sus ojos tristes: "Doctor, ese payaso soy yo".

Moraleja:

A todos nos aqueja alguna enfermedad aun cuando no se nos note.
Lo que quiero decirte es que la fe también tiene sus enfermedades por esa razón debemos estar alertas.
¿Te has hecho un chequeo para ver si tu fe está en buenas condiciones?
¿Te digo algo? Nuestro cuerpo es una bolsa llena de pequeñas o grandes enfermedades. Y nuestra fe también puede enfermar si no prestamos debida atención.

Quisiera mencionar solo dos de esas enfermedades.

La fe mágica.

En lugar de tener una relación de amor con Dios y permanente, en lugar de vivir a Dios como Padre, amigo, esposo, como mi fuente de paz, gozo y vitalidad hago de Dios un mago, un cajero automático, al que acudo cuando estoy necesitado, enfermo, en apuros, deprimido…
Dios no es un desodorante que uso y tiro.
Dios no es anestesia para mi sufrimiento.
Para muchos cristianos Dios es una relación interesada, mercancía mágica. ¿Qué triste no?
La fe mágica es una enfermedad de muerte. Y se cura con una relación de confianza a pesar de que todo me vaya mal.

Yo le llamo “La fe haragana”.

La fe que no se compromete, que no actúa. Es aquella que dice:“Yo no tengo tiempo para orar, para perder el tiempo yendo a la Iglesia. No quiero complicaciones”.
Sin embargo la fe es lucha por mejorar la vida de los hermanos, del barrio, de la gente que nos necesita, de los desposeídos, de los que nada tienen para ofrecernos.
Fieles al cielo pero también fieles a la tierra en la que vivimos.

En el capítulo 12 de Hebreos, encontramos unos consejos que todos deberíamos seguir:

1º. Nos recuerda que: Yo no soy el primero en creer. Yo no estoy sólo en la fe. Yo no puedo vivir la fe en solitario "una nube de testigos nos envuelve".
Sí, hermanos, en esta aventura de la fe nadie viaja solo.
Por la fe, miles de creyentes derramaron su sangre. Por la fe, miles de creyentes lo dejaron todo y consagraron su vida al servicio del evangelio. La historia de la iglesia sólo se entiende y se explica por la fe de esa nube de testigos que nos han precedido. En esta aventura de la fe nadie viaja solo. Y la prueba la tenemos aquí y ahora. Aquí estamos rodeados de hermanos que creen y juntos hacemos este viaje.
¿Será que en esta mañana necesitaremos tomar unas vitaminas de fe? Ojalá que sí amados…
Nunca dejemos de hablar, dialogar, orar y reunirnos con los testigos de la fe. Como dice la carta a los Hebreos "fijémonos en esos innumerables testigos".

2º. Nos manda: "dejar todo lo que nos estorba, liberarnos del pecado que nos ata para correr la carrera".

Sí, hermanos, en esta carrera de la vida hay que correr sin el peso de la culpa, sin el peso del pecado, sin el peso de los vicios, sin el peso del yo contaminado del hombre viejo, dejar todo lo que estorba.

3º. "Fijá la mirada en Jesús, autor y consumador de nuestra fe".

Yo no sé cuanto peso muerto podrás sacarte de encima, cuantos hábitos podrás romper, de cuantas pequeñas esclavitudes te podrás liberar, cuantas caídas en depresión y soledad vas a evitar esta semana, pero, yo te aseguro, que si fijás la mirada en Jesús, todo será más fácil.
¿Y que Jesús vemos cuando le vemos?
¿Te digo algo? La mirada de Jesús sana nuestra enfermedad, fortalece nuestro espíritu y nos pone en el camino de la fe.
Pero Jesús también es el Señor de la división. El Jesús al que tenemos que mirar no es solo un Jesús dulce, blando, que se acomoda a todos los tamaños y gustos, “una talla” que sirve para todos. Al Jesús que tenemos que mirar es exigente, celoso y provocador. "Fuego vine a traer a la tierra y lo quiero ver arder".
Fuego, ¿qué fuego? el fuego del Espíritu, para quemar todo lo que nos estorba. El fuego para liberarnos de todo lo que nos ata a la basura de este mundo. El fuego del Espíritu para quemar nuestros pecados y para correr la carrera de la fe.
"Fuego vine a traer" (que es lo mismo que decir) “quiero que el Espíritu arda y brille en tu corazón”
También dijo: "Un bautismo tengo que recibir" ¿De qué hablaba Jesús? Del baño de agua en el Jordán y baño de sangre en el Calvario.
¿Qué estamos queriendo decir aquí? Que el Reino de Dios viene a nosotros a través del sufrimiento, del fuego y de la sangre. El que está cerca de Jesús está cerca del fuego, cerca del sufrimiento pero en victoria.
Jesús es el Señor de la división para los que creen y los que no creen, para los que viven según el Espíritu y los que viven el espíritu del mundo, para los bautizados sólo con agua y para los bautizados con agua y sangre.

Que nuestra oración en esta mañana sea: “Jesús dulce. Jesús espada que corta. Jesús fuego que purifica. Jesús bautismo de muerte. Jesús Señor de la división, ayúdanos a permanecer en ti, a fijar nuestra mirada siempre en ti”.

Una encuesta Gallup evalúa la fe de los cristianos y los describe así:
Son más éticos y honrados en sus asuntos personales.
Son más tolerantes y respetuosos con las personas de otra raza, color, religión,,,
Son más inclinados a la generosidad, al servicio y al voluntariado.
Son más preocupados por mejorar la sociedad y el medio ambiente.
Son más felices.

Conclusión:

Dónde está tu tesoro, allí está tu corazón". Y, ¿dónde está nuestro corazón? Anclado en Dios y en sus promesas que cree y espera en el hoy de Dios, en el mañana de Dios y en la vida eterna, siempre con Dios.

Oremos:
Predica Pr. Raul Flores Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires Marzo 2011

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