miércoles, 23 de febrero de 2011

TODOS SOMOS... PREDICADORES

Propósito específico:
Hoy es día para tomar una postura sólida en relación con nuestro llamado, que es la misión a la cual el Señor nos llamó: Alcanzar a los necesitados a través de nuestras actitudes. El sermón más eficaz no es el que la gente oye sino el que la gente ve.

Textos:

Lucas 1:1-4 “Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido”.

Lucas 4:14-21 “Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos. Vino a Nazaret, donde se había criado, y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías, y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí,. Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.


Cuerpo del Sermón:

Se cuenta que un discípulo de Francisco de Asís solía pedirle a éste que le enseñara a predicar. San Francisco comenzó a llevarlo a visitar enfermos, ayudar a niños, y dar comida a los pobres. Juntos recorrían las calles de Asís haciendo el bien a todos. Después de un tiempo y algo desorientado el discípulo vuelve a la carga con su pedido: ¿Francisco ya caminamos demasiado, cuándo me vas a enseñar a predicar? A lo que Francisco le contesta: "Mi estimado compañero, ya estamos predicando".

Moraleja: Nuestra manera de vivir es nuestra predicación diaria. Predicamos con el ejemplo, con la vida.

Y es que en realidad amados, no es necesario tener un micrófono o subir a un púlpito para predicar porque todos somos predicadores.
Nuestra presencia en la Comunidad cada domingo predica de nuestra fe, de nuestro amor a Jesús y de nuestro deseo de vivir como él vivió.
Porque cuando nos reunimos con los hermanos en la Comunidad, estamos predicando.
Pero cuando nos quedamos en la cama el domingo, también estamos predicando.
Cuando decimos: “Hace demasiado frio, mejor me quedo en casa”. En realidad también estamos predicando.

Alguien dijo una vez con mucha razón: "Es más hermoso y práctico un sermón que vemos que un sermón que oímos".
Es más eficaz un sermón que camina que un sermón que se grita. ¿Por qué?
Porque el ojo es mejor alumno que el oído y el ejemplo es más claro que el consejo.
Ambos son necesarios: el sermón que camina y el sermón que se grita, el sermón que nos entra por los ojos y el que nos entra por los oídos.

Volviendo a nuestro texto de Lucas, 4:14-21, dice que Jesús volvió a su pueblo, Nazaret, lleno del Espíritu, enseñaba en la sinagoga y aquel día abrió el libro e hizo la lectura del profeta Isaías.
Y dice que todos tenían los ojos fijos en Él.
Una vez que terminó de leer dijo: "Hoy se cumplen estas profecías que acaban de escuchar". Gloria a Dios!!!

Es que en realidad, Jesús no vino a leer la Biblia. Vino a cumplirla.
Jesús no vino a predicar cosas lindas. Vino a hacer cosas lindas.
Jesús no vino a enseñarnos el camino del cielo. Vino a hacer para nosotros el camino al cielo.
Jesús no vino a predicar el infierno. Vino a abrir las puertas del cielo para todos.

Jesús vino a "proclamar el año de la gracia del Señor".
Amnistía para todos. Libertad para los cautivos. Buenas noticias a los pobres.

Jesús es maravilloso pero no porque fuera el mejor predicador, los había más sabios. Es fantástico porque su Palabra se cumplía.
Y se cumple, porque vivía lo que decía. Es fantástico por sus obras.

Los charlatanes, los políticos, los predicadores, todos nosotros, hacemos promesas y profetizamos; contamos visiones, ofrecemos el universo entero, estamos llenos de buenos deseos pero… ¡¡¡qué pobres son nuestras obras!!!
Nosotros juramos amor eterno y no duran porque confundimos amor con placer.

Jesús vino a amar a todos y su amor “dura” porque se cumplió y consumó en la cruz.
Jesús comenzó su Ministerio diciendo el primer día "Hoy se cumple esta Escritura delante de ustedes".
Y el último día pudo decir aquellas palabras que todo ser humano debería agradecer: "Todo está cumplido".

Probablemente le quedaban muchas cosas por predicar y muchas cosas que contar, pero todo estaba hecho y "todo lo hizo bien".

¿De alguno de nosotros se podrá decir semejante cosa?

El reto de la Palabra en esta mañana es no predicar más y mejor sino obrar más y mejor.
Nunca olvidemos lo que Jesús dijo: "Ejemplo les he dado, para que ustedes hagan lo mismo".

Conclusión:

¿Somos conscientes que nuestras conductas son nuestras predicaciones? Con nuestros gestos, actitudes, respuestas, estamos dando un mensaje. Que el Espíritu Santo limpie en esta mañana nuestros corazones.

Termino la meditación de esta mañana con aquella maravillosa oración que "transformaremos en acción" de Francisco de Asís que decía:

“Señor, hazme instrumento de tu paz; donde haya odio, ponga yo amor, donde haya ofensa, ponga yo perdón, donde haya discordia, ponga yo unión, donde haya error, ponga yo verdad, donde haya desesperación, ponga yo esperanza, donde haya tristeza, ponga yo alegría.
Haz que busque consolar, no ser consolado, compadecer, no ser compadecido, amar, no ser amado.
Porque es olvidándose, como se encuentra; es perdonando, como uno es perdonado; es dando, como uno recibe; es muriendo, como uno resucita a la vida”

Oremos:

Rev. Raúl Flores
Sermón para el domingo de Febrero. Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires.

sábado, 19 de febrero de 2011

EL OJO DEL ESPÍRITU

Propósito específico:

Hoy es día de recuperar nuestra identidad como hijos de Dios. Día para realinear nuestra vida y compromiso con el Evangelio de Jesús recuperando nuestro llamado que es cumplir la Misión de alcanzar al perdido con nuestras obras de fe y amor práctico.

Texto: Juan 1:29-34

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
-Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo". Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.
Y Juan dio testimonio diciendo: -He contemplado el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo.
Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

Cuerpo del Mensaje

Se cuenta que una vez en una cacería, una manada de tigres fue abatida por unos cazadores y sólo se salvó un tigre cachorro.
Al día siguiente pasó por allí un rebaño de cabras y lo adoptaron. Al poco tiempo el cachorro se convirtió en una cabra, comía hierba y vivía como las cabras.

El cachorro intuía que era diferente y cuando contemplaba su imagen en el agua se veía muy distinto a las cabras.

Cierto día un tigre, maduro se acercó a las cabras que pastaban y todas huyeron despavoridas, sin embargo el cachorro de nuestra historia se quedó quieto, mirando y esperando.

De repente el tigre rugió con toda su fuerza, los ojos del pequeño se abrieron y supo quién era. No era una cabra. Era un tigre.

Corrió hacia el gran tigre, lo siguió y pasó el resto de sus días en su compañía.

Moraleja:

Algo en su interior le decía que no era cabra.
Algo en su interior le decía que no era de ese rebaño.
Algo en su interior quería brotar y revelarse en su conciencia.
Cuando oyó el rugido hermano, se despertó en él la imagen perdida y supo quién era. Descubrió su identidad.

Y nosotros estamos aquí este domingo en nuestra Iglesia para escuchar también el rugido, no del tigre pero del Espíritu Santo y re-descubrir nuestra verdadera identidad.

Cuerpo del Mensaje:

En la palabra de Dios tres personas escucharon un día el rugido del Espíritu y se sintieron llamadas a ser testigos del Espíritu Santo, presencia de Dios, señales de Dios para los hermanos de la familia humana.

Isaías quién escuchó la voz del Señor diciéndole: "Tú eres mi siervo. Yo te escogí en el seno materno. Yo te haré luz de las naciones para que mi salvación llegue hasta los confines de la tierra".

Pablo, llamado por Jesús para ser Su apóstol.

Juan que dijo de Jesús: "este es el elegido de Dios".

Isaías, Pablo, Juan… y la lista sigue… tu, yo y muchos más que están allá afuera entre tus amigos, parientes, y aún desconocidos de toda lengua, raza y religión.

Porque la historia de la salvación es la historia de las “llamadas” y de las elecciones de Dios. Es la historia de las personas que se saben distintas porque Dios nos hace distintos, porque el Espíritu nos llama a vivir de una manera distinta, porque Jesús nos da una vocación distinta.

Y esta es nuestra vocación: Llamados por el Señor para ser uno con Él y vivir en Su amor. Llamados por el Espíritu para ser todos juntos un pueblo santo, alimentados con la vida de Jesús, el Elegido por excelencia.

Y una vocación, no vivida en solitario, sino en comunidad, en solidaridad con nuestros hermanos tanto los que estamos dentro de la Iglesia como los que todavía están fuera de ella.

Yo no voy a Jesús solo sino con mis hermanos.

Es más: Yo tengo que ser para mis hermanos ese “rugido” que les revela su identidad, esa sensación de ser diferentes aún no percibida.

Este es el privilegio de ser llamado por el Espíritu y esta es también la carga de la vocación, carga que sólo se puede llevar haciendo de Jesús mi primer amor.

Cuántos hijos de Dios, cuántos hermanos nuestros allá afuera viven en la “manada de este mundo”, esperando oír el rugido que les despierte a su verdadero ser y vocación.
Esperando oir: "Tú eres mi siervo, sé luz. Tú eres mi apóstol, lleva mi gracia y paz".

Qué el Espíritu Santo nos ayude en esta mañana y podamos oírle decir: “Sé como Juan que ruge… ahí va el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".

Puede que mires y no veas.

Y es que al ojo físico se le escapan muchas cosas.

Mirás una y mil veces y lo único que ves es a un Jesús judío, un hombre.
No ves el Cordero de Dios, el siervo de Dios, el pastor de Dios… el elegido de Dios.

Es que en realidad el ojo del cristiano es el Espíritu Santo.

Juan no reconoció a Jesús hasta ver y sentir la presencia del Espíritu.
"Ahora he visto y doy testimonio" dijo.

Es que para ser expertos en las cosas de Dios, necesitamos el ojo del Espíritu.

Para ver a Dios, al mundo y a los hermanos con los ojos de Jesús, necesitamos el ojo del Espíritu.

Para ver la sangre del Cordero de Dios como el fuego purificador de nuestros pecados necesitamos el ojo del Espíritu.

Para centrar nuestra vocación en Dios necesitamos el ojo del Espíritu.

Para rugir en la manada y despertar la vocación cristiana de los que están “entre nosotros” como los que están “allá afuera”, necesitamos el ojo del Espíritu.

Conclusión:

Una ciudad perdida, a unos 2.300 metros de altitud, desconocida para los conquistadores españoles, ésa es Machu Pichu, ciudad sagrada de los incas. La descubre el 24 de julio de 1911 el doctor Hiram Bingham, que va al frente de un grupo de especialistas en topografía y biología.

Sorprenden los grandes bloques de piedra, unidos unos con otros... No son lisos, sino con superficies curvas, helicoidales, que se juntan con otros exactamente iguales. Los incas emplearon la misma técnica antisísmica que los modernos arquitectos.

Y ahí está de pie con el pasar de los siglos y en un territorio propicio para el terremoto la ciudad Incaica. ¿Qué lección no?

Para el cristiano, el fundamento sólido, lo que lo mantiene en pie aunque algún terremoto le sacuda la vida espiritual, es el “saberse hijo de Dios”.

La “identidad” es un fundamento a prueba de vaivenes y movimientos sísmicos.

¿Con que ojos mirás? ¿Qué ves cuando mirás a Jesús? ¿Cuándo lees la Biblia? ¿Cuándo un necesitado se te acerca? ¿Cuándo alguien te pide una mano? ¿Te reconocés hijo/a de Dios?

Recibamos esta mañana un lavado de colirio en nuestros ojos.
Qué digo lavarlos, que el Espíritu “trasplante” nuestros ojos para ver con los ojos de Jesús.

El Señor dice en esta mañana: “Te unjo para que a partir de hoy todo lo que veas lo veas con mis ojos”

Recuperamos en esta mañana nuestra identidad como hijos de Dios. Amén.

Oremos:

Rev. Raúl Flores
Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires. Febrero 2011.

sábado, 12 de febrero de 2011

¿VIVIR A MI MANERA...?

Propósito específico:

Es tiempo de hacer un balance. ¿Cómo estamos viviendo como cristianos? ¿Qué valores influyen en nuestro diario vivir? ¿Qué pensamientos nos gobiernan? Aún siendo cristianos ¿vivimos a nuestra manera o a la manera de Dios? Somos autónomos o subordinados?

1ra Reyes 3:5,7-12 Mat 13:44-52

1ra Reyes 3:5,7-12
En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: -Pídeme lo que quieras.
Respondió Salomón: -Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?
Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: -Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga, ni riquezas, ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.

Mat 13:44-52

En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: -El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.

Introducción:

Ilustración: Se cuenta que el rey Salomón tenía que tomar una decisión muy importante. Reunió a todas las criaturas existentes para que le aconsejaran.
Dice que tenía en su mano una hermosa copa llena del agua de la vida para siempre. El que bebiera de esa agua no moriría, sino que viviría siempre.
Todas las criaturas -menos la paloma- estuvieron de acuerdo en que el rey la bebiera. Todas a coro dijeron: "Bebe. Oh rey. Y vive para siempre".

Salomón inquieto con la actitud de la paloma le preguntó por qué razón opinaba distinto a los demás y ésta respondió: “Señor, si mi compañero muere yo también debo morir. ¿De qué me serviría vivir siempre y ser inmortal si todos mueren y muere todo lo que yo amo”?
Escuchado el consejo de la paloma, Salomón derramó el agua de la vida sin fin y no la probó.

Moraleja:
Pongámonos un instante en el lugar de Salomón ¿cómo responderíamos a la propuesta de Dios? “Pídeme lo que quieras y yo te lo concederé”.
¿Estamos pensando? ¿Sabemos lo que pediríamos?
Más de uno le pediría la luna, otro la tarjeta Visa Oro, otro una casa junto al mar, otro un gran amor, otro no tener que usar remedios, otro que todo el mundo lo respete y quiera…

Para ser honestos diríamos que no sabemos lo que pasó por la cabeza de Salomón en aquella visión con Dios hablándole mientras estaba en el templo ofreciendo su sacrificio.
Sí sabemos, porque lo dice la Palabra, lo que pidió.
“Da a tu siervo un corazón que sepa escuchar para juzgar a las personas y distinguir el bien del mal”.

Y me gusta eso porque Salomón no cayó en la trampa de peticiones egoístas: salud, dinero y amor.
Pidió un corazón que sepa escuchar, una mente atenta a la mente de Dios, saber tomar decisiones que le agraden a Él, sabiduría para distinguir lo bueno de lo malo.
Dicho de otro modo: Eligió vivir en armonía con la voluntad de Dios.
Y el Señor le concedió la sabiduría y un corazón atento y todo lo demás.

Pidió lo que Dios puede y quiere dar a sus hijos.

Para todas esas cosas que nosotros pediríamos está el trabajo, la ambición, la billetera cargada, el beneficio propio, el sacar provecho siempre que se pueda y los negocios que demanden poco esfuerzo y buena renta, el buscar los primeros lugares y ser reconocidos en todos los ámbitos que nos movemos.

La Palabra del Señor nos avisa hoy: “Cuidado con sus deseos… Cuidado con lo que piden”.

Y es que en realidad para pedir bien necesitamos un "sistema de valores sano y cristiano y tener claras nuestras prioridades" y sólo desde la sabiduría de Dios nuestras prioridades son justas.

Salomón pidió bien porque pidió lo que el Señor quiere dar siempre.

El evangelio nos habla de un tesoro escondido y de una perla que hay que buscar y que hay que darlo todo para hacerse de ella: El Reino de Dios, Jesucristo.Su Palabra y Su misión.

Y buscar -claro- pero no en los catálogos, sino en la oración, en la iglesia, en la Palabra, en las buenas obras, en el suplir para el prójimo necesitado, en el involucrarse en las injusticias que padece nuestro prójimo, en el asociarse con quien está luchando por una causa justa. En el trabajar honestamente cumpliendo con nuestro empleador cabalmente. En dedicar alguna hora de nuestros días para visitar enfermos o ancianos olvidados.

Pero también: Apreciar la vida en el Espíritu, caminar en los preceptos de la Palabra, convencerse de su valor.
Dicho de otro modo: Darlo todo para "quedarse con lo esencial".

Y sólo un corazón que escucha puede encontrar lo esencial.

Conclusión:

Para el Señor sos el único hombre célebre. Nunca olvidés que Jesús es tu mayor fan. ¿Te animás a hacer un autoexamen? ¿Te definís egoísta o generoso? Y ¿las prioridades? ¿Son tuyas o de Dios? ¿Vives emancipado o subordinado?

Oremos:

Rev. Raúl Flores. Mensaje a predicar.

domingo, 6 de febrero de 2011

RENOVEMOS LA ESPERANZA

Texto:
Lucas 24: 1-12

Propósito específico:

Hoy, primer domingo de mes de Febrero vamos a hablar de reencuentro. De convertir nuevamente nuestro corazón al Señor. De volvernos desde el sentimiento a El. De dinamizar nuestra fe y que vuelva a ser vibrante y efectiva.

Mensaje:

Escuchamos este pasaje del Evangelio de Lucas y vemos que hay un cúmulo de sentimientos entreverados en esa mañana del domingo: Las mujeres estaban desconcertadas porque vieron el sepulcro abierto, estaban llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo. Cuando regresan del sepulcro, le cuentan esto a los once y ellos pensaban que deliraban. No les creyeron. Pedro va y vuelve lleno de admiración. Desconcierto, temor, delirio… todos son sentimientos encontrados que acabamos de leer en la narración de Lucas.
Estaban como “colgados” de una situación que no entendían! Que no podían interpretar! Que no sabían que significado tenía… y de yapa un ángel que les dice: “Porque buscan entre los muertos al que está vivo?”. Y el Ángel les tiene que explicar: “Recuerden lo que les decía cuando aún estaba en Galilea: Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día”.

Las mujeres recién ahí recordaron Sus palabras.

Y es que en realidad estas mujeres y los discípulos estaban “aprisionados” porque habían “olvidado” la Palabra del Señor y les hacía falta que un Ángel las sopapeara y les dijera: Recuerden la promesa y tengan esperanza!.

¿Estamos aprisionados por algo nosotros también? ¿Hemos sido presos de “la coyuntura” del momento y perdimos la voluntad de salir? ¿Nos tiene atontados el “día malo” que nos toca hoy vivir al punto de dejarnos vencer? ¿Las circunstancias del momento borraron de nuestra memoria nuestro llamado supremo? ¿Servir a nuestro “hermano” para que crea al Evangelio?

Lo cierto es que las mujeres y estos discípulos son los primeros cristianos sin esperanza que aparecen en la historia. Habían perdido la esperanza en su Señor porque “habían olvidado” Su profecía, habían olvidado Su promesa…Su Palabra… entonces quedan “enredados en la dinámica de la coyuntura”.

Y¡ cuidado! Porque es muy fácil caer en esa trampa, Es muy fácil ser cristiano sin esperanza: “Sos cristiano, vas al culto los domingos pero… crees que Jesús está vivo en medio tuyo? En medio de tu familia? En tu vida? Caminás junto al Señor vivo cuando estas solo o en el trabajo, o en medio de la gente en tu día a día? “Si,.. Claro” decimos…
Pero en la realidad de cada día “sepultamos” todo (la fe, la esperanza, la unción recibida) y seguimos caminando como si el Señor estuviera sepultado y con la piedra del sepulcro bien fija y la voz del Ángel, que también nos sopapea a nosotros preguntándonos: “Porque buscás vos también entre los muertos al que está vivo?”. Que es lo mismo que decir: “Por que seguís por ese camino si sabés que no te lleva a ningún lado” “Por que continuás con esa actitud si no lograrás nada” “Por que insistís con esa postura que te daña a vos mismo”

Es que si no “recordás” la profecía, si no “tenés memoria” de lo que Jesús te dijo, no vas a tener esperanza, no te alcanzará la fe y vas a ser prisionero de la coyuntura, del susto del momento, de la conveniencia del momento, del temor del momento, de la incredulidad del momento. Y serás poco efectivo en tu vida de fe. Que es lo contrario a lo que el Señor quiere y la Palabra manda.

El Apóstol Pedro le decía a los primeros cristianos que estuvieran preparados para dar razón de su esperanza. Que tuvieran ese coraje de decir: “Yo camino así con esta fe vibrante, con este amor vivo, porque espero. Espero que este Señor que está vivo caminando conmigo me lleve a la plenitud de vida, me nutra con Su Espíritu, me unja para servirlo, me llene de Su amor para servir a mi prójimo. Yo caminaré y me comportaré así porque sé que el Señor vendrá. Y quiero que me encuentre velando y vigilando en la esperanza. Esperanza que se fundamenta en la memoria de la promesa de Jesús: “Yo voy a resucitar y estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. ¿Crees eso? Ojalá que sí.

Deseo que en este mes de febrero que iniciamos el Espíritu Santo nos ayude a todos a recuperar la memoria.
La memoria de lo que Jesús anunció de sí mismo, y en esa memoria radiquemos la esperanza y caminemos en esperanza haciendo el bien a todos, que no es lo mismo que caminar en optimismo porque el optimismo es una actitud psicológica y la esperanza es un don de Dios, pero también virtud que el Espíritu Santo mete en el corazón y que no te hace perder el rumbo.

Esperanza como ancla que tiramos a las orilla de la vida y nos agarramos de su soga para no desorientarnos en medio de propuestas desesperanzadoras, pesimistas o simplemente neutras que la vida nos pone en el corazón, que no nos satisfacen y que nos dejan tristes como quien camina a la deriva.

Conclusión:

Agarrémonos esta mañana de la soga de la esperanza, con la memoria de lo que Jesús nos prometió. Vayamos adelante y recordemos lo que nos dice el Ángel: ”No busqués entre los muertos al que está vivo.”

Oremos

Rev Raúl Flores
Mensaje predicado domingo 06 Febrero 2011 en Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires. Culto de la mañana.

Cruzada de renovacion y avivamiento

Cruzada de renovacion y avivamiento
Julio 2007. Río de Janeiro