domingo, 6 de febrero de 2011

RENOVEMOS LA ESPERANZA

Texto:
Lucas 24: 1-12

Propósito específico:

Hoy, primer domingo de mes de Febrero vamos a hablar de reencuentro. De convertir nuevamente nuestro corazón al Señor. De volvernos desde el sentimiento a El. De dinamizar nuestra fe y que vuelva a ser vibrante y efectiva.

Mensaje:

Escuchamos este pasaje del Evangelio de Lucas y vemos que hay un cúmulo de sentimientos entreverados en esa mañana del domingo: Las mujeres estaban desconcertadas porque vieron el sepulcro abierto, estaban llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo. Cuando regresan del sepulcro, le cuentan esto a los once y ellos pensaban que deliraban. No les creyeron. Pedro va y vuelve lleno de admiración. Desconcierto, temor, delirio… todos son sentimientos encontrados que acabamos de leer en la narración de Lucas.
Estaban como “colgados” de una situación que no entendían! Que no podían interpretar! Que no sabían que significado tenía… y de yapa un ángel que les dice: “Porque buscan entre los muertos al que está vivo?”. Y el Ángel les tiene que explicar: “Recuerden lo que les decía cuando aún estaba en Galilea: Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día”.

Las mujeres recién ahí recordaron Sus palabras.

Y es que en realidad estas mujeres y los discípulos estaban “aprisionados” porque habían “olvidado” la Palabra del Señor y les hacía falta que un Ángel las sopapeara y les dijera: Recuerden la promesa y tengan esperanza!.

¿Estamos aprisionados por algo nosotros también? ¿Hemos sido presos de “la coyuntura” del momento y perdimos la voluntad de salir? ¿Nos tiene atontados el “día malo” que nos toca hoy vivir al punto de dejarnos vencer? ¿Las circunstancias del momento borraron de nuestra memoria nuestro llamado supremo? ¿Servir a nuestro “hermano” para que crea al Evangelio?

Lo cierto es que las mujeres y estos discípulos son los primeros cristianos sin esperanza que aparecen en la historia. Habían perdido la esperanza en su Señor porque “habían olvidado” Su profecía, habían olvidado Su promesa…Su Palabra… entonces quedan “enredados en la dinámica de la coyuntura”.

Y¡ cuidado! Porque es muy fácil caer en esa trampa, Es muy fácil ser cristiano sin esperanza: “Sos cristiano, vas al culto los domingos pero… crees que Jesús está vivo en medio tuyo? En medio de tu familia? En tu vida? Caminás junto al Señor vivo cuando estas solo o en el trabajo, o en medio de la gente en tu día a día? “Si,.. Claro” decimos…
Pero en la realidad de cada día “sepultamos” todo (la fe, la esperanza, la unción recibida) y seguimos caminando como si el Señor estuviera sepultado y con la piedra del sepulcro bien fija y la voz del Ángel, que también nos sopapea a nosotros preguntándonos: “Porque buscás vos también entre los muertos al que está vivo?”. Que es lo mismo que decir: “Por que seguís por ese camino si sabés que no te lleva a ningún lado” “Por que continuás con esa actitud si no lograrás nada” “Por que insistís con esa postura que te daña a vos mismo”

Es que si no “recordás” la profecía, si no “tenés memoria” de lo que Jesús te dijo, no vas a tener esperanza, no te alcanzará la fe y vas a ser prisionero de la coyuntura, del susto del momento, de la conveniencia del momento, del temor del momento, de la incredulidad del momento. Y serás poco efectivo en tu vida de fe. Que es lo contrario a lo que el Señor quiere y la Palabra manda.

El Apóstol Pedro le decía a los primeros cristianos que estuvieran preparados para dar razón de su esperanza. Que tuvieran ese coraje de decir: “Yo camino así con esta fe vibrante, con este amor vivo, porque espero. Espero que este Señor que está vivo caminando conmigo me lleve a la plenitud de vida, me nutra con Su Espíritu, me unja para servirlo, me llene de Su amor para servir a mi prójimo. Yo caminaré y me comportaré así porque sé que el Señor vendrá. Y quiero que me encuentre velando y vigilando en la esperanza. Esperanza que se fundamenta en la memoria de la promesa de Jesús: “Yo voy a resucitar y estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. ¿Crees eso? Ojalá que sí.

Deseo que en este mes de febrero que iniciamos el Espíritu Santo nos ayude a todos a recuperar la memoria.
La memoria de lo que Jesús anunció de sí mismo, y en esa memoria radiquemos la esperanza y caminemos en esperanza haciendo el bien a todos, que no es lo mismo que caminar en optimismo porque el optimismo es una actitud psicológica y la esperanza es un don de Dios, pero también virtud que el Espíritu Santo mete en el corazón y que no te hace perder el rumbo.

Esperanza como ancla que tiramos a las orilla de la vida y nos agarramos de su soga para no desorientarnos en medio de propuestas desesperanzadoras, pesimistas o simplemente neutras que la vida nos pone en el corazón, que no nos satisfacen y que nos dejan tristes como quien camina a la deriva.

Conclusión:

Agarrémonos esta mañana de la soga de la esperanza, con la memoria de lo que Jesús nos prometió. Vayamos adelante y recordemos lo que nos dice el Ángel: ”No busqués entre los muertos al que está vivo.”

Oremos

Rev Raúl Flores
Mensaje predicado domingo 06 Febrero 2011 en Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires. Culto de la mañana.

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