sábado, 4 de septiembre de 2010

PREDICANDO PARABOLAS DE JESÚS

Mateo 13:1-23

Introducción:

El evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre qué papel tiene la Palabra de Dios en nuestra vida.
Es curioso ver que personas cristianas de toda la vida viven casi de espaldas a la Palabra del Señor. Esta realidad de no tener en cuenta la Palabra debilita mucho nuestras fuerzas espirituales.
Y para referirse a la importancia de la Palabra, el Señor acude a las parábolas. ¿Qué son las parábolas Pr. Flores?
Son un modo de enseñar muy corriente y provechoso, a la vez de ser agradable de escuchar y fácil de recordar. La parábola tiene la ventaja de instalar el mensaje en el inconsciente de la persona.
No es un tratado de Biblia lo que nos propone Jesús sino un acercamiento vital a la Palabra.
Cabe preguntarnos:
¿Qué lugar ocupa la Palabra de Dios en nuestra vida diaria?
¿Somos capaces de leer, meditar e intentar vivir la Palabra?
Dice el texto de Mateo 13 que la Palabra se reparte pero que esta cae en terrenos desiguales. Significa que la Palabra es la misma pero cada uno nos tenemos que convertir nuestro corazón en “buena tierra” para que germine.
El versículo once nos dice que “A ustedes, Dios les da conocer los secretos de su reino; pero a ellos no”. Los discípulos de Jesús tenían un conocimiento de las cosas de Dios que la gente común no tenía. La gente debe ser enseñada.
Esto nos demuestra la gran responsabilidad que tenemos como creyentes. Ser conocedores de los misterios de Dios es entrar en la hondura del Señor, sabernos en Él. Tener la seguridad vital que Dios está con nosotros incluso en medio de la duda, de la inseguridad y de nuestra propia indigencia.
¿Creemos que Dios sigue presente en nuestro mundo a pesar de tantas calamidades? ¿Sabemos descubrir la presencia de Dios? ¿Cómo sabemos que Dios está presente incluso en lo que no entendemos?
Jesús repasa después la parábola con sus discípulos, a ellos les amplía el sentido de las cosas de Dios.
Cada uno de nosotros debe ser un portador de Dios para los demás.
El terreno donde tiene que caer la semilla de la Palabra es el corazón humano. Ahora, es importante que sepamos que no todos los corazones están hechos ni preparados para lo mismo.
Las inquietudes, deseos, miedos, ambiciones, son las encargadas de dar base a nuestro interior.
Los diferentes caracteres humanos están representados por los distintos tipos de terreno.
Hay cuatro clases de terrenos (corazones), en los que se siembra la Palabra:
Terreno junto al camino: los que oyen pero no entienden. La Palabra no cala en ellos, no hay mayor interés en profundizar. Están distraídos, poco interesados en lo que oyen.
Terreno entre las piedras: reciben y les impresiona la Palabra pero por poco tiempo; no tienen duración. No hay firme convicción en sus mentes y en su corazón. No tienen raíz (profundidad) en lo que quieren. No saben qué quieren…
Terreno entre espinos: aventaja a los dos anteriores: recibió la semilla y dejó que echara raíces hondas, pero tampoco dio frutos debido a los estorbos que encontró en su crecimiento. Los espinos no dejaron que la raíz prosperara e impidieron que diera fruto. ¿Cuáles son estos espinos Pr. Flores?
La Palabra nos recuerda en otro texto que fundamentalmente son tres las cosas que nos alejan de Dios:
1. Las preocupaciones (los afanes del mundo, las ocupaciones desmedidas en la vida).
2. Los placeres (pues entregan el corazón a otros que no son Dios).
3. Las riquezas (cuando son endiosadas por el ser humano).

Terreno bueno: es el resultado lógico del encuentro de una buena tierra con una buena semilla. Este es el que oye y entiende la Palabra, y da fruto (v.23).
Éste es el terreno productivo; no significa que no haya estorbos, pero todo queda superado por la fuerza de la vida que crece. El cristiano es aquel que permanece fuerte incluso en medio de las dificultades, anclado solamente en Dios.
Dar fruto es poner en práctica la Palabra. Hay distintos niveles de frutos, todos no tenemos que dar el mismo fruto ni con la misma intensidad.
Hay un versículo un tanto desconcertante: “Pues al que tiene, se le dará más y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará” (v. 12)
¿Es real esto que ha dicho el Señor? ¿No es una injusticia este planteamiento de un Dios que dice que está de parte de los más débiles, de los que menos tienen…?
El versículo 12 se refiere a la libertad del ser humano con respecto a la Palabra de Dios. Cada persona es libre de aceptarla o rechazarla.
Cuando una persona acepta la Palabra y la hace germinar en su vida empieza a dar fruto una y otra vez, en las diferentes cosechas de la vida.
Cuando una persona la olvida, esa semilla queda estéril y se muere.
Es lo que nos sucede cuando empezamos a estudiar un idioma, por ejemplo el inglés. Si nos ponemos a estudiar, a profundizar cada vez más, a practicarlo, cada día entenderemos y nos comunicaremos mejor… si, en cambio, abandonamos este aprendizaje seguro que vamos a decir: “Yo sabía un poco de inglés, pero como no lo he practicado, hasta lo poco que sabía se me olvidó…”
Algo parecido sucede con la Palabra: cuando no la ponemos por obra, se muere.
Conclusión:
1. ¿Qué lugar ocupa la Palabra de Dios entre tus devocionales: oraciones, vivencia de la fe, cultos en la Comunidad?
2. ¿Qué textos de la Palabra te han marcado en tu vida diaria?
3. ¿Te formas para ir comprendiendo la Palabra cada día mejor?
4. ¿Cómo siembras la Palabra en las demás personas?
5. ¿Qué frutos desde el evangelio das en tu vida?
Que el Señor te bendiga en esta semana y haga resplandecer su rostro sobre ti. Que el Señor te sorprenda en estos días. Amén.

Oremos:


Mensaje predicado por el Pr. Raúl Flores
Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires
Agosto 2010

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