viernes, 3 de septiembre de 2010

ZARZAS QUE ARDEN (Dos)

Éxodo 3:1
"Un día en que Moisés estaba cuidando el rebaño de Jetro, su suegro, que era sacerdote de Madián, llevó las ovejas hasta el otro extremo del desierto y llegó a Horeb, la montaña de Dios. Estando allí, el ángel del Señor se le apareció entre las llamas de una zarza ardiente. Moisés notó que la zarza estaba envuelta en llamas, pero que no se consumía, así que pensó: "¡Qué increíble! Voy a ver por qué no se consume la zarza."

Introducción:

¿Eres tu una de esas zarzas?
Encuentro en este pasaje de las Escrituras tres reflexiones sobre este arbusto que no paraba de lanzar llamas

Era una zarza.
Dios no habló desde un cedro o un arrayán. Eligió una simple, espinosa y nada atractiva zarza para hablar. En el desierto están ahí. Son muy comunes y realmente no hay mucho atractivo en ellas para que alguien les tome una foto. Pero Dios hizo que esa zarza fuera especialmente atractiva, no por su follaje o sus hojas, sino porque El mismo estaba poniendo su fuego en ella.

Pensemos como es bueno ser una zarza. Dios sigue buscando zarzas sobre las cuales arder. Porque como todos sabemos, la gloria y el honor, solo le pertenece a Uno.

No había mérito propio en la zarza, si lo hay, sería solo por estar ahí y "permitir" que ese fuego extraño le dejase arder. ¡Ser quemada!
Dios sigue buscando hoy zarzas que puedan arder.

No se consumía.
Aunque el fuego era real y Moisés lo vio claramente, también notó que nunca la zarza se convertía en cenizas. Esto es extraño. La zarza es un combustible rápido para ser devorado por el fuego, pero aun en su fragilidad, no se consumía.

Esto me recuerda a los temores que algunas veces hemos tenido. “Me voy a quedar solo. No me harán caso. Nadie va a escuchar. Me siento ridículo. No creo que esté preparado”, etc.
En realidad lo que está en juego es nuestro orgullo. El sentido de auto preservación. “No quiero que algo malo o desagradable me pase. Me voy a morir aquí”. - Dios no es así.
Recuerdo los temores que tenía en relación con cumplir la voluntad de Dios.
Sin embargo (Romanos 12:2) dice que Su voluntad es buena, agradable y perfecta.

El fuego de Dios no consume a una persona. En realidad la preserva. Hace florecer lo mejor.
Y si bien consume, consume lo que no se amolda a Su voluntad, pero en esencia potencializa a una persona en ser un fiel servidor de Cristo. Un fiel reflejo de la voz de Dios.

Atrajo la atención de un hombre hambriento
Moisés era un hombre llamado por Dios desde niño para ser un libertador. Su vida estaba sellada para este trabajo. Pero ha estado casi 40 años en el desierto. ¿Qué había en el corazón de Moisés ese día? Aquí está el príncipe de Egipto (llamado el hijo de la hija de Faraón), cuidando ovejas que ni siquiera son de él. Era un momento crucial. Y lo fue.

Moisés, un potencial libertador, estaba siendo llamado en su curiosidad, buscando entender como ese arbusto espinoso no se quema de una vez. “Oh sorpresa” –deduce Moisés- “Hay una voz que conoce mi nombre. ¿Dios? ¿Serás el Dios que he andado buscando”?

Creo que en este punto, todos deberíamos estar dispuestos a ser zarzas. No se requiere gran follaje y nada excepcional para destacar. Se requiere disposición.
No temas consumirte. Es el fuego de Dios.
El que pierde su vida, en realidad la haya. El fuego que arde en ti, bien puede atraer a otros, ¿a ti?, no a Dios.
Al Dios que ha estado buscándoles y que tiene un plan grandioso para sus vidas.
Conclusión:
Apliquemos como Comunidad Nueva Vida esto a nuestras vidas y no dejemos que sea solo una curiosidad para coleccionar.
¿La visión para nuestra Comunidad Pr. Flores?
Vive con el fuego de Dios ardiendo.
Puedes atraer a una generación y llevarla a un encuentro real y sobrenatural con el Señor.

Oremos:

Mensaje predicado por el Pr. Raúl Flores
Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires.
Agosto 2010

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