domingo, 21 de noviembre de 2010

EL CARACOL QUE LLEVAMOS DENTRO...

Filipenses 4:6-9 Mateo 21: 33-43

Hoy vamos a hablar de Inversión. De lo que hemos recibido del Espíritu y lo que estamos haciendo con ello.

Introducción:

Se cuenta que en la bahía de Nápoles viven la medusa y unos caracoles. Dice que cuando los caracoles son pequeños la medusa se los traga con mucha avidez pero que al estar protegidos por el caparazón no los puede digerir. Entonces estos caracoles "tragados pero no digeridos" se adhieren con tanta fuerza al interior de su estómago que finalmente son ahora los caracoles quienes terminan comiéndose a la medusa.

Nosotros solemos ser como la medusa. Con avidez nos comemos “nuestros caracoles” y éstos poco a poco terminan comiéndonos por dentro.

Llamémoslo alcohol, ira, avaricia, depresión, preocupación, falta de perdón, ansiedad… Poco a poco van creciendo y nos van mordiendo y nos van comiendo.

Vivimos "agitados internamente" y con el tiempo somos devorados desde dentro por ese “caracol no digerible” que albergamos en nuestro interior.

El Apóstol Pablo dice: “No se inquieten por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión presenten a Dios sus peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias”. (Fil. 4:6-9)

¿Se da cuenta? Todos tenemos dentro “un caracol” que nos quita el sueño, que nos roba la paz, que nos produce úlceras, que nos impide saludar a nuestros hijos, que nos pone triste, que nos devora y ahoga.

Y nos preguntamos: ¿Cómo ilusionar a la Comunidad para vivir la fe en Jesucristo con alegría?
¿Cómo atraer a los alejados a la Iglesia?
¿Cómo hacer para que mi esposo/a supere los celos o la infidelidad?
¿Qué hacer para que mis hijos no dejen la escuela?
¿Dónde encontrar un trabajo digno?
¿Y si tengo cáncer?
El apóstol Pablo nos dice hoy: “No se inquieten por nada”.

Según una encuesta, el 40% de las cosas que nos preocupan nunca suceden; el 30% son cosas que ya pasaron y de nada sirve preocuparse; el 12% se refiere a la opinión que los otros tienen sobre nosotros; el 10% son preocupaciones sobre las enfermedades reales o imaginarias. Sólo el 8% son cosas dignas, hasta cierto punto, de tomarse en cuenta. Y se solucionan con el esfuerzo humano.

El mensaje aquí es:
No se preocupe por el 2011. No llegó todavía y nada puede hacer.
No se preocupe por el destino de su equipo de fútbol. Nada puede hacer.
No se preocupe de lo que piensan de usted. Nada puede hacer.

El consejo de la Palabra es: “Presenten sus necesidades a Dios y el Dios de la paz estará con ustedes”.
Lo que nuestra preocupación no puede conseguir lo consigue la oración.
Y en la oración: la paz del espíritu viene y la liberación del peso inútil de la amargura se va.

Centremos las energías en lo que es “bueno, justo, verdadero, puro y amable”.
Jesús dijo: “Miren los pájaros del cielo que no siembran”…

Hay una buena noticia en la Palabra: El Señor se preocupa de nosotros.

Lo que está queriéndonos decir la Palabra es que: Oremos en la tribulación, oremos en las preocupaciones.
Porque la oración es el “antiveneno” para destruir la caparazón no digerible del caracol que llevamos dentro.

El mensaje de hoy es: Vivamos en la presencia del Dios de la paz.

Aquí en Comunidad Nueva Vida venimos a muchas cosas, pero una muy importante es “descansar en Dios”. Descansar del ajetreo de la vida y dejar la preocupación del ayer y del mañana en las manos del Dios de la paz y disfrutar de esa paz que sólo El puede ofrecer. Aleluya…

Escuchen la parábola de Mateo 21:33.

El dueño de la viña es el Señor. Y la viña, somos nosotros, Comunidad Nueva Vida de Buenos Aires.

Es la parábola de la inversión y la alegría de Dios.
Dios no invierte Su amor, Sus promesas y Su perdón en la bolsa de Wall Street.
Dios no invierte Su Palabra y su tiempo en casas o en joyas.
Dios no invierte la sangre de su Hijo en negocios millonarios.
Dios invierte todo, apuesta todo, da todo a Sus hijos, a nosotros.
Dios ha plantado Su vida, Su Espíritu en el corazón de cada uno de nosotros, en esta Comunidad, en Su Iglesia.
Y cada domingo viene a visitar Su viña, a ver cómo crece, a deleitarse con sus frutos.

¿Y cuáles son los frutos que el Señor espera Pr. Flores? : Frutos de Justicia y fidelidad, de amor y compasión, de generosidad y perdón.
Tal vez no tenemos nada que ofrecer. El Señor tiene paciencia, y volverá el próximo domingo a ver si Su inversión de amor ha producido algún fruto en ti.

Conclusión:

Esta parábola es también la parábola de la desilusión de Dios.
La desilusión de una “inversión inútil”, de un amor no correspondido, de la falta de frutos.

Nosotros somos la viña mimada del Señor. No nos desanimemos ni bajemos los brazos. El nos da mil oportunidades para florecer.

Yo no quiero que el amor que Dios ha invertido en mí se malgaste. Espero que vos tampoco.
Oremos:

Rev. Raúl Flores
Mensaje Predicado en Comunidad Nueva Vida de Buenos Aires.
Domingo 21 Noviembre de 2010 culto de la mañana.

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