sábado, 27 de noviembre de 2010

LA MISION DE LA SAL

Mateo 5:13-16

Objetivo específico:

Hoy vamos a hablar de hacer la diferencia. Estamos llamados a hacer la diferencia, porque en Cristo y bajo la influencia del Espíritu Santo somos llamados a ser diferentes.


Introducción:

Se cuenta de una viga de hierro muy dura que había que romper.
"Yo haré el trabajo", dijo el hacha. Y comenzó a golpear con fuerza el hierro y a cada golpe que daba su filo se iba dañando hasta que tuvo que dejar de golpear.

"Dejame a mí", dijo la sierra. Y comenzó a trabajar la superficie del hierro hasta que sus dientes se gastaron y se rompieron dándose por vencida.

Ah, dijo el martillo, yo sabía que ninguno de ustedes podría. Mírenme. Y después del primer golpe, el martillo voló por el aire y la viga de hierro seguía igual.

Finalmente la llama de fuego pregunta tímidamente"¿Puedo probar yo?"

"Ni se te ocurra", le contestaron el martillo, la sierra y el hacha. "¿Qué podés hacer vos?"

Pero la llama rodeó el hierro, lo abrazó, calentó y no lo dejó hasta que se fundió bajo su influencia poderosa.

¿Moraleja?

La persistencia de la pequeña llama de fuego rompió la viga de hierro.

Cuerpo del Sermón:

El Señor nos dice hoy que sus discípulos tenemos que ser persistentes, eficaces y que tenemos que hacer la diferencia, que tenemos que estar presentes si queremos impactar nuestro entorno.

"Ustedes son la sal de la tierra" Vs 13

Ustedes "son". No dice deberían ser... ojalá fueran.
Da por hecho que somos.

El Señor nunca habla de deseos ni de buenas intenciones, habla de una nueva realidad, de una transformación profunda realizada en cada creyente por el Espíritu Santo.

En este "enorme cocido" que es nuestro mundo donde hay todos los ingredientes: droga, violencia, sexo, esclavitud, avaricia, escándalos… el Señor nos dice, “ustedes son la sal”.

Y ¿para qué servía la sal Pr. Flores?

La sal servía para preservar los alimentos, la sal era fuente de vida. Es la que da sabor a la comida, no es egoísta, se diluye, no se ve, es simplemente “para los demás”.

Y esa es nuestra misión amados: la misión de la sal. Preservar nuestro ambiente, nuestro barrio, nuestra comunidad para que no se corrompa, para que la vida florezca, para que la paz y la justicia sean para todos.
Para que la salvación de Cristo llegue a todos, para que el mal y el maligno no triunfen.

"Dar sabor" a este enorme cocido que es nuestro mundo, el sabor del bien, del servicio, de la generosidad, del Evangelio, el sabor de la cruz de Cristo y de Su resurrección.
“Y perderse”, o sea, diluirnos como la sal.

No existimos sólo para nosotros, existimos para los demás.

Cristo no vino para que le dieran una medalla por los servicios prestados. Vino para darse y darse a todos y por todos.

“Pero si la sal se desvaneciere…” Vs 13
Un aviso de Jesús para todos nosotros. ¿Qué preservamos? ¿A quién damos sabor?

"Recibamos la luz de Cristo" en esta mañana.
Luz llamada a brillar e iluminar a toda la familia, a toda la sociedad.


Conclusión:

¿Saben cuál es la diferencia entre el termómetro y el termostato?
El termómetro refleja simplemente el entorno. Nos dice la temperatura, si hace frío, si hace calor.
El termómetro “no” ejerce ninguna influencia sobre su entrono, más bien es influenciado por él.

El termostato es diferente, tiene poder, energía. Pone en marcha la calefacción, regula la temperatura, cambia las cosas. Influye en su entorno.

¿Y nosotros en Comunidad Nueva Vida qué somos? ¿Termómetros o termostatos?

"Vosotros sois la sal de la tierra. Vosotros sois la luz del mundo". Vs 13 y 14

Estamos aquí, en Comunidad Nueva Vida de Buenos Aires, porque la luz del Señor ha iluminado nuestra vida.

¿Qué vamos a hacer entonces con esa sal y esa luz?

La fe es “el interruptor” que enciende la luz.
Sin fe, nuestra sal no vale nada y nuestra luz está oculta.

Amados,lo único que tenemos que hacer para ser termómetros es “dejarnos llevar por la corriente”, mantenernos callados, no testificar del poder y el amor del Señor, ser como todo el mundo, reflejar los valores de nuestro entorno, de nuestro mundo.

Sin embargo no somos termómetros, somos “transformadores” .Las líneas de transmisión para que la luz de Dios llegue a mucha gente.

Nosotros, sus discípulos, somos necesarios para que la luz de Dios brille donde la gente vive y muere.

Nosotros somos la sal de la tierra y la luz del mundo.

Somos los termostatos en un mundo de diferentes temperaturas.

El poder, la energía, es Suyo.
La luz viene de El.
La sazón la da su Palabra.

Nosotros no somos estrellas amados, somos sólo sal para sazonar nuestro pequeño mundo y somos luz.

"Dejen que su luz brille ante los demás para que vean sus buenas obras y glorifiquen a Dios". Vs 16

Ignacio de Antioquia escribía en una de sus cartas: "Así como el árbol se conoce por sus frutos, así también los que se llaman cristianos se conocen por lo que hacen.
Porque el cristianismo no es sólo una profesión externa sino que se manifiesta en el poder de la fe, si permanecemos fieles hasta el final.
Es mejor para una persona agarrarse a su fe y ser que decirse cristiano y no serlo".

No lo olvidemos: Nuestra llama está hecha por el Espíritu, para romper vigas de hierro.

Oremos:

Sermón predicado en Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires. Culto del Domingo 11 hs.

Rev. Raúl Flores

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