martes, 2 de noviembre de 2010

¿CON QUE CORAZON VIVIMOS?

Texto: Mateo 3:1-12

Propósito específico:
Hoy vamos a hablar del corazón humano y la necesidad de recibir un trasplante.


Introducción:

Se cuenta de una mujer que fue expulsada del cielo.
Al salir le dijeron que sería admitida nuevamente con la condición de que trajera el regalo más querido por Dios.

Trajo gotas de sangre de un patriota muerto en batalla.
Trajo dinero que una pobre viuda dio a los pobres.
Trajo una Biblia de un famoso predicador.
Trajo el polvo de los zapatos de un famoso misionero.
Pero… ninguno de esos regalos agradó a Dios.

Un día vio a un niño jugando en una fuente. Un hombre de a caballo se detuvo en la fuente para apagar su sed y al ver al niño recordó la inocencia y la alegría de su infancia.
Mirando al agua ve el reflejo de su cara arrugada y endurecida. Toda su vida sucia y pecaminosa pasó por su mente.
Lágrimas de arrepentimiento llenaron sus ojos.
¿Conclusión? La mujer toma una de esas lágrimas, la lleva al cielo y es recibida y aceptada con gran alegría por Dios.

¿Enseñanza? Vos y yo necesitamos un trasplante de corazón.

Dios no quiere obras pero corazones arrepentidos.

Al viejo, cansado y enfermo corazón que llevamos tu y yo hay que quitarlo.

¿Entonces Pr. Flores? Hay que buscar un donante para hacer el trasplante.

Dejame preguntarte esta tarde: ¿Te pondrías hoy en lista de espera?

Seguramente sabés de personas que nunca van al médico porque piensan que están sanos.

¿”Para lo que me va a decir? Seguro que me receta las pastillas de siempre. Me va a dar los mismos consejos. Así que mejor me quedo en casa y gano plata”. Así razonan muchos ¿no?

Y aquí –volviendo a nuestro texto- lo tenemos a Juan Bautista que se estrena como predicador y por ser novato es atrevido, encara a la gente y grita sin contemplación: "Reformen sus vidas".

Es que en realidad, Juan es un cirujano que nos dice: “Lo que necesitan ustedes hoy es un trasplante de corazón”.

¿Yo?, ¿está seguro…? Es lo que solimos decir siempre...
¿Yo, que vengo todos los domingos al culto?
¿Yo, que doy anónimamente en las ofrendas de la Iglesia?
¿Yo, evangélico de muchos años bautizado y casado por Iglesia?
¿Yo, diácono… pastor… oficial de la Iglesia?

Si… tú… yo… todos nosotros…

Porque este sermón de Juan no va dirigido a los malos, a los que no tienen religión…sino a “los buenos”.

Juan se pone más bravo cuando ve a “los buenos” que se acercan y les grita: "Raza de víboras" (Vs 7).

Es como si Juan el Bautista dijese: “De nada sirve la circuncisión de la carne, de nada sirven sus tradiciones. Lo que vale para Dios es la justicia, el amor y la caridad (las obras del amor)”.
Los malos son malos y punto.

El problema es que “los buenos como los fariseos y saduceos”, siempre encuentran explicaciones a su manera de vivir.
Ellos decían: "Nosotros tenemos a Abrahán por padre". Y con eso tapaban todos sus pecados y acallaban su conciencia.
Y se quedaban tranquilos.

¿Y nosotros? ¿No somos muchas veces iguales a ellos? ¿Que decimos?
“Supera mis fuerzas. No puedo. Al fin y al cabo todos hacen lo mismo…”
¿Porque dejé un domingo de ir al culto? ¿Porque tenga una aventura de vez en cuando?
¿Porque me gane unos pesos en algún negocio medio turbio?

El mensaje de ayer sigue siendo el mismo para hoy: "Reformen sus vidas".

No intentemos justificar nuestros pecados.

Arrepintámonos.

Necesitamos un trasplante de corazón.

¿Encontraremos un donante? ¿Habrá un donante?

Volviendo a nuestro texto vemos la respuesta de Juan Bautista a este pueblo que espera en terapia intensiva diciendo: El que viene, el Mesías, el Señor, Jesucristo. “Él les dará un corazón nuevo y los bautizará con Espíritu y fuego”. Aleluya…

El es el cirujano, que no con garrote ni con hacha, sino con el amor del Espíritu nos va a operar.
El quemará la paja de nuestro orgullo, de nuestro egoísmo, de nuestros odios…para purificarnos y darnos un corazón nuevo.

Conclusión:

Nosotros que en este 2010 ya hemos perdido el sentido del pecado, que ya no distinguimos entre lo bueno y lo malo, el Espíritu Santo viene en esta tarde –por esta Palabra- para convencernos, hacernos ver, y ayudarnos a confesar nuestros pecados y trasplantar nuestro corazón. Gloria a Dios.

Todos somos convocados, a una doble tarea: Confesar nuestros pecados y abrazar el amor de Dios.

Juan Bautista es la voz de Dios en el desierto.

Pero hay también una voz “dentro nuestro”. Dejémosla resonar en este tiempo. No la apaguemos con razonamientos, ni con pecados.

Hay una voz dentro de cada uno de nosotros que quiere recuperar la inocencia perdida. Dejémosla hoy resonar.

No la apaguemos pensando que es demasiado tarde, que no vale la pena. Que nuestro corazón está medio muerto y no tiene remedio.

Hay un cirujano que lo puede revivir. Que nos puede trasplantar.
Que lo puede cambiar por uno nuevo y vivo…

Ese cirujano se llama Jesucristo de Nazareth y está aquí en esta tarde en medio nuestro.

Vengamos al altar. Entremos a la sala de operaciones y que el cirujano divino trasplante nuestro corazón de piedra por uno conforme al Suyo.

¿Con qué corazón seguiremos viviendo? Ojalá que a partir de hoy con el corazón conforme al Suyo.

OREMOS:


Rev. Raúl Flores
Mensaje predicado en Comunidad Nueva Vida de Del Viso. Buenos Aires 02 Noviembre 2010

No hay comentarios.:

Cruzada de renovacion y avivamiento

Cruzada de renovacion y avivamiento
Julio 2007. Río de Janeiro