sábado, 18 de diciembre de 2010

LA MACETA VACIA...

Texto:

Juan 1:47 “Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quién no hay engaño”

Jesús a este hombre Natanael lo califica tratándolo de “hombre honesto”

Hoy seguiremos hablando de Valores. El domingo pasado nos enfocamos en el Valor de la Gratitud. En este domingo pondremos atención al Valor de la Honestidad.

¿Qué cosa es ser honestos? Ser honestos significa ser sinceros en todo lo que decimos y hacemos.

Propósito específico:

Tomar la honestidad en serio, estar conscientes de cómo nos afecta cualquier falta de honestidad por pequeña que sea. Reconocer que es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad y la auténtica vida comunitaria. Ser deshonesto es ser falso, injusto, impostado, ficticio. La deshonestidad no respeta a la persona en sí misma y busca la sombra, el encubrimiento.
Es una disposición a vivir en la oscuridad. La honestidad, en cambio, tiñe la vida de confianza, sinceridad y apertura, y expresa la disposición de vivir a la luz, la luz de la verdad.

Introducción:

En un pueblo lejano, el rey convoco a todos los jóvenes a una audiencia privada con él, en donde les daría un importante mensaje. Muchos jóvenes asistieron y el rey les dijo: "Les voy a dar una semilla diferente a cada uno, al cabo de 6 meses deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido, y la planta más hermosa ganara la mano de mi hija".

Así se hizo, pero había un joven que planto su semilla y esta no germinaba; mientras tanto, todos los demás jóvenes del reino no paraban de hablar y mostrar las hermosas plantas y flores que habían sembrado en sus macetas.

Llegaron los seis meses y todos los jóvenes desfilaban hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas.
El joven estaba muy triste pues su semilla nunca germino, ni siquiera quería ir al palacio, pero su madre insistía en que debía ir pues era un participante y debía estar ahí.
Con la cabeza baja y muy avergonzado, fue al palacio, con su “maceta vacía”. Todos los jóvenes hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro amigo comenzaron a reírse y burlarse.
En ese momento el alboroto fue interrumpido por el ingreso del rey, todos hicieron su respectiva reverencia mientras el rey se paseaba entre todas las macetas admirando las plantas.

Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamo de entre todos al joven que llevo su maceta vacía; atónitos, todos esperaban la explicación de aquella acción.

El rey dijo entonces: "Este es el nuevo heredero del trono y se casara con mi hija, pues a todos ustedes se les dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas; pero este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, real y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece".

¿Moraleja?: La línea divisoria que separa “al creyente” de quien no lo es, pasa a través de la honestidad.

Dicho de otro modo: el cristiano “no se distingue” de los demás por el hecho de que va a la iglesia y hace oraciones, sino por el hecho de que cultiva el gusto por la honestidad, la lealtad y es devorado por la pasión de la justicia.

Debemos precisar: Uno es un hombre de fe en la medida en la cual, entre sus prácticas, no están sólo las religiosas, sino que también ocupan su lugar las prácticas de la honestidad, de la integridad moral, de la rectitud, del respeto al derecho, de la observancia de las reglas de la convivencia social.

Me permito insistir amados: es necesario que descubramos en nuestra Comunidad el gusto y el placer de la honestidad y la apliquemos en nuestro diario vivir.

Es tiempo de volver a encontrar la alegría de la aprobación de nuestra conciencia. Llegar a eso habrá de ser un objetivo prioritario en nuestro desarrollo como Comunidad de Fe.

LLegó la hora de experimentar el embriagante sentido de la libertad de caminar con la cabeza bien alta. Ese será nuestro desafío de hoy.

Necesitamos reivindicar el derecho "de actuar diversamente (de manera diferente)". Hacerlo será nuestra finalidad y nuestro ideal para este próximo año.

No podemos más que "resistirnos" ante las cosas que no son del todo honestas a todos los niveles.

Tenemos el deber de oponer un dique de firmeza y de limpieza ante la “marea de fango” que amenaza sumergirnos.

Somos llamados a ser los Natanaeles en un mundo donde miles claman por honestidad y justicia.

Ahora, ¿es posible hablar de cristianos "fuera de la ley"? Lamentablemente creo que sí.
Y quizá todos entramos un poco en esta categoría.

Ocuparnos de nosotros mismos sin fijarnos mucho en las necesidades de los demás.

Refugiarnos en una religiosidad intimista.

No salir al campo abierto para comprometernos a favor de nuestra fe y de la justicia saliendo en defensa de las víctimas, “es estar fuera de ley”.
En una palabra fuera-de la ley-del Evangelio.

Me gusta lo que llegó a decir el gran estudioso hebreo A.J. Heschel, después de haber participado en 1965, junto a Martín Luther King, en la marcha por los derechos civiles en Selma, confesó: "Era como si mis piernas estuvieran orando".

Es tiempo de enseñar en nuestra Comunidad y en cada Iglesia a “orar también con las piernas”, es decir: por las calles y en las plazas y no quedarnos tranquilamente arrodillados en la iglesia, aislados de los otros, suplicando al Señor por la paz y la justicia.

Es tiempo de exponerse, de comprometerse - siempre sin violencia - y sobre todo "estar con" quienes, aun “no siendo de los nuestros”, está “sediento de justicia”.

Es necesario que Comunidad Nueva Vida de Buenos Aires “entre en el medio”, en lo vivo de las cosas con perseverancia y amor.

La propuesta es: Quemarnos afuera, entre los necesitados, más que quemarnos con el fuego del Espíritu dentro de nuestros Templos.

Conclusión:

El Espíritu Santo nos ayude a ir en búsqueda de las virtudes de la honestidad y de la justicia y aún más… nos las haga buscar en nosotros mismos.

"Reencontrémonos" y hagamos emerger, dentro de nosotros mismos este anhelo insuprimible de la honestidad y la justicia, capaz de realizarnos personalmente y hacernos capaces de dar un verdadero Mensaje a todos aquellos que nos ven a diario.

Seamos los Natanaeles que el Señor necesita en nuestros días.

Oremos:

Mensaje del Pr. Raúl Flores
Mensaje predicado en Comunidad Cristiana Nueva Vida Domingo por la mañana.

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Julio 2007. Río de Janeiro