domingo, 2 de octubre de 2011

ABRIENDO HORIZONTES DE VIDA

Juan 20:19-21

Dice acá el texto que en esa tarde del primer día de semana había desorientación entre los discípulos de Jesús y aquellos que habían sido sus seguidores. Dice que estaban tristes y encerrados por miedo a ser atacados por aquellos que habían matado a Jesús pensando que harían lo mismo con ellos. Tenían miedo... las "puertas cerradas" con seguridad y... una conversación que se adecuaba a las circunstancias vividas.
“Que pena que murió, ya no estará más entre nosotros” habrá dicho Felipe... “No, fijate que las mujeres fueron a la mañana y vieron el sepulcro vacío... habrá sido así como ellas contaron?” Diría Andrés. Otros más escépticos preguntaban: “¿Habrán sido ángeles lo que vieron al llegar al sepulcro o fue una simple ilusión óptica?. Nos cuesta creer todo esto..."

El comentario era confuso. Pedro agregaría: “En realidad lo que vivimos fue tan fuerte que nos afectó la cabeza”... “Lo que tuvieron María Magdalena y las demás fueron visiones”... “Nada de lo que dicen es verdad...”.
Y así se fueron enredando en un "microclima de frustración", miedo y desesperanza.

Y nosotros muchas veces hacemos lo mismo: Nos cerramos cuando nos hieren, nos cerramos cuando no salen las cosas a "nuestro modo", nos cerramos cuando insistimos en seguir por "el lado equivocado", nos cerramos cuando dejamos de escuchar la voz de Dios y "escuchamos la nuestra", nos cerramos cuando traemos a la mente "pensamientos y recuerdos pasados" Es que cuando "cerramos las puertas (el corazón)" nos pasa lo mismo que a los discípulos en aquél día, nos estancamos, nos frustramos, perdemos la visión y dejamos al mundo (la gente) sin esperanzas.
Dejémonos guiar por el Espíritu Santo (Gal. 5:16)

Es que sin querer estaban convirtiéndose en una "comunidad de cristianos derrotados y desesperanzados". ¿Habrá ese "microclima de frustración y descontento en nosotros"?

!Busquemos al Espíritu Santo hoy mismo y que vuelva a derramar de su unción en nuestras vidas...! porque una Comunidad de cristianos frustrados y sin esperanzas es una tragedia y no queremos eso para nosotros ni para los de afuera.
Preguntate: ¿Hay frustración en mi vida de fe? ¿El dinamismo espiritual que me caracterizaba se apagó? ¿Ya no siento las mismas ganas de venir y continuar siendo parte de la Iglesia y decís: "Total de que sirve tanto esfuerzo si no veo resultados positivos en mi"? . ¿Hay escéptisismo e indiferencia ? ¿Nos "cerramos" a la obra del Espíritu Santo?

Tengo una buena noticias en esta mañana: Gracias a Dios que existe el (Vs19) porque es allí donde "aparece" el Señor y con "Su presencia" disipa todo aquel ambiente de duda, temor, incredulidad y desesperanza y pone las cosas en su lugar porque Él es quien transforma la duda en certeza, el temor en valor, la incredulidad en fe y la desesperanza en esperanza. La clave es: Dejemos al Espíritu hacer la obra de re-configurarnos en Cristo.

Oremos en esta mañana para que "baje una unción" que nos libere de la confusión, la indiferencia, la bronca, la impotencia, buscar excusas que nos liberen del peso de la responsabilidad, viviendo siempre listos con "el dedo acusador" pensando siempre que la culpa de lo que nos pasa es "de los otros" como parecen hacer los de aquella parabola donde Jesús los aparta poniéndolos a su izquierda acusándolos de "falta de amor" porque tuvo hambre y no le dieron de comer, tuvo sed y no le dieron de beber, enfermo y no lo visitaron, y ellos buscando sus excusas de que "nunca lo encontraron a Jesús así" quisieron "lavarse las manos"... pero esas excusas no los disculparon sino más bien los condenaron.

Y como ocurrió en aquella oportunidad hoy Jesús viene a nuestro encuentro por esta Palabra para "ponerse también en medio nuestro" y decirnos "paz a vosotros" y de esa forma devolvernos la fe, la alegria y la esperanza perdida (Vs20) de modo que nuestra ciudad pueda "recuperar" a esos cristianos llamados a servir. Allá afuera nos espera Jesús, en cada uno de los más pequeños de nuestros hermanos, que claman desde sus necesidades, y nos muestran el rostro de Cristo que se acerca a nosotros, esperando el amor como el fruto preciado de nuestra fe.

Recordemos siempre esto amados: Dios nos hizo a su imagen y semejanza, y en lo que más nos parecemos es precisamente en nuestra capacidad de amar, es decir, de ocuparnos de las necesidades de nuestros hermanos, sin más interés que su propio bien.

¿Estaremos nosotros viviendo en la esperanza? Estaremos enseñando el Evangelio para la esperanza? O estaremos repitiendo el mismo "microclima" que había en casa de los discípulos? ¿Somos aburridos, repetitivos, tóxicos, invasivos, indiferentes, individualistas?
¿Sabremos transmitir esperanza? ¿Sabremos que significa que los habitantes de nuestra ciudad de Buenos Aires recuperen la esperanza?

Muchas veces "la coyuntura" nos tapa, los problemas del momento nos desbordan -como a los discípulos a quienes la muerte del Señor los superó y desbordó- quitándonos horizonte.
Y transmitir esperanza es justamente lograr que nuestra gente tenga horizontes, tenga sueños, proyecte hacia el futuro una vida de valores y encuentre su felicidad que es Cristo.

Nuestro llamado es a "abrir horizontes de vida" (que es lo mismo que decir levantar el ánimo, generar alegría, despertar fe, transmitir vida, contagiar expectativas). Nuestro desafío es hacer consciente a mi hermano -y a mi mismo- de que hay un horizonte hacia el futuro.

Ese es el desafío que nos planteamos esta mañana. ¿Nuestro pueblo sabrá que hay un Jesús que dinamiza, que nos re-crea, que nos potencia? ¿Nuestros vecinos sabrán que en nuestra Biblia hay un Dios generoso que nos ama, consuela y renueva?¿Nuestro pueblo sabrá de que somos generadores de vida?
¿O nuestros vecinos y parientes nos ven desanimados por la coyuntura del momento y por tal razón no pueden reconocer en ese horizonte que hay un Jesús que todo lo cambia, que todo lo transforma, que todo lo realiza para bien? ¿O siguen viviendo como nosotros, como si no hubieran recibido nada? ¿Les estaremos enseñando a asumir la esperanza o seguirán apáticos y abúlicos como nosotros?

El mensaje de esta mañana es: Jesús quiere entrar a cada "cerrado corazon" y decir "Paz a vosotros..." ¿Dejaremos que lo haga?
¿Seremos capaces de pedirle perdón porque no acertamos a entusiasmar a quienes nos rodean con horizontes más grandes? ¿Será que no sabemos como hacerlos soñar porque tampoco nosotros sabemos como lograrlo?

Vayamos como Jesús a "abrir sus puertas" con el Evangelio de la vida, del amor, del perdón, de la esperanza.

Conclusión:

Hoy la Ciudad nos pide como tarea que "abramos puertas" llevando amor, servicio, comprensión, alegría. Trabajando en lo que hemos recibido para hacer que nuestra gente crezca y se proyecte hacia el futuro. Si no damos testimonio de esta capacidad de horizonte, nuestra vida terminará en un rincón de la existencia llorando la milonga de nuestro fracaso como cristianos, como hombres y como mujeres de fe.

Pidámosle en esta mañana al Señor que haga lo mismo que hizo esa tarde en "aquel conventillo" que se había armado en casa de los discípulos, con esas internas mezquinas de miedo, desorientación y desesperanza y "nos sopapee" con la luz de la grandeza.

La grandeza que nos dio El para vivirla nosotros y compartirla con nuestros semejantes. Amén.

Oremos:

Mensaje a predicar por el Pr. Raúl Flores en Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires. Octubre de 2011 Gaona 2918 CABA

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