sábado, 1 de octubre de 2011

REVALORIZANDO NUESTRO LLAMADO

Marcos 3:13-14

“Después subió a la montaña y llamo a su lado
a los que quiso. Ellos fueron hacia él.
Y Jesús instituyó los doce para que estuvieran
con él, y para enviarlos a predicar...”

Propósito específico:

Hoy vamos a hablar de llamado. Detrás de cada uno de nosotros, hay un llamado, una elección, una vocación. Esta es una verdad fundante de nuestra identidad: hemos sido llamados por Jesús, elegidos por Él. Creemos y confesamos la iniciativa de amor que hay en nosotros. Nos reconocemos como don, como gracia de Dios dada a los hombres.

Oración de transición:

Teniendo esto en mente, me gustaría señalar algunos rasgos específicos de este llamado.

1.- Fuimos llamados para estar con Él.
Por eso es que nos llamamos cristianos. Con el Apóstol Pablo decimos: “Ya no vivo yo, más Cristo vive en mí...” (Ga 2:20). Y ese vivir con Cristo es “nueva vida” que determina todo lo que “somos” y “hacemos”. Por eso es que debemos procurar permanecer en el Señor (Jn 15:4) y cuidar, con la oración nuestro corazón transformado, porque es lo que tenemos para ofrecer y en donde está nuestro verdadero “tesoro” (Lcs 12:34).

2.- Cada creyente es ante todo un cristiano.
Resulta casi obvio decirlo y sin embargo uno de los problemas más serios que tiene la Iglesia y que “hipoteca su tarea evangelizadora” radica en que nos “olvidamos” de ser buenos cristianos. Muchos lamentablemente caímos en la tentación de “correr detrás de lo que engorda y entretiene” pero todos sabemos que eso no alimenta ni ayuda a crecer volviéndonos artificiales e individualistas acorralados en un “cristianismo de apariencia”.

3. El cristiano es un hombre de la Palabra.
Pero de la Palabra “con mayúscula”. Fue precisamente con la Palabra que Jesús se ganó el corazón de la gente. Dice (Mcs 1:45) que la gente venía a escucharlo de todos lados. Dice que quedaban maravillados escuchando sus enseñanzas (Mc 6:2). Sentían que les hablaba como quien tiene autoridad (Mcs 1:27). Y fue con la Palabra que los discípulos atrajeron al seno de la Iglesia a mucho pueblo (Mc 16:15-20)
El cristiano es alguien que se compromete a meditar y rumiar la Palabra de Dios para que sus palabras “sean eco” de ella. Por eso la recibe con la alegría que da el Espíritu (1Tes 1:6) la interioriza y la hace carne y gesto y encuentra en ella la sabiduría de lo alto.
Heb 4:12 dice que: “La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón..”
El cristiano es un servidor de la Palabra, se deja educar por ella, y en ella tiene la serena confianza de una fecundidad que excede sus fuerzas: “…La palabra no vuelve a mí vacía, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé” (Is 55:10-11).

4.- Pero si “hay algo peculiar” que debe caracterizar a todo cristiano es su mirada.
Debemos querer y buscar que el mensaje se “haga vida”.. En Jesús tenemos el modelo, el camino, la vida. Como Jesús cada cristiano debería mostrar una “mirada amorosa” que es “inicio y condición” de todo encuentro con el prójimo.
Los evangelios no han escatimado versículos para documentar la huella que dejó en muchos la mirada de Jesús.
¡No nos cansemos de mirar con los ojos de Dios!
Vivimos en medio de una civilización herida de anonimato y, a la vez, enferma de curiosidad malsana por el otro. Como Iglesia necesitamos de la “mirada cercana del cristiano” para contemplar, conmovernos y detenernos cuantas veces sea necesario a fin de darle a nuestro caminar el ritmo sanador de una mirada respetuosa, sanadora, llena de compasión y esperanza.
¡Cuidemos la mirada amados!. No cerremos nunca nuestros ojos ante el rostro de un niño que no conoce a Jesús. No desviemos nuestra mirada, no nos hagamos los distraídos. El Espíritu Santo nos pone, nos envía para que amemos, miremos, acariciemos, enseñemos... ese es nuestro llamado.
Y los rostros que el Señor nos confía no están solamente en el templo...Están allá afuera, en cada rincón, en cada lugar de nuestra patria.
El mensaje es este: “Vayamos más allá… estemos abiertos a conquistar corazones más allá de nuestros horizontes”.
Recordemos que hay modos de mirar... Están quienes miran con ojos de estadísticas y solo ven números, sólo saben contar... Están quienes miran con ojos de resultados... y sólo ven fracasos... Están quienes miran con ojos de impaciencia... y sólo ven esperas inútiles... Están quienes miran con ojos de envidia…y sólo experimentan frustraciones.
Pidámosle al Espíritu Santo que nos haga “Partícipes de su mirada”. Una mirada confiada y de largo aliento, una mirada esperanzadora y amorosa.

5.- Pero si algo es propio del cristiano es reconocerse como aquel que “anuncia”.

¿Qué significa anunciar? Es más que decir algo, que contar algo. Es más que enseñar algo.
Anunciar es afirmar, gritar, comunicar, es trasmitir con la vida. Es acercarle al otro tu fe y que la sienta en su espíritu.
Y anunciamos no un mensaje frío o simple doctrina. Anunciamos ante todo una Persona, un acontecimiento, un hecho histórico: Jesús nos ama y dio su vida por nosotros (Ef 2:1-9)
Anunciamos y testificamos “una certeza”: Cristo-Jesús ha resucitado y está vivo en medio nuestro (Hch 10:34-44). Certeza que pueda hacerse vida en el otro, para que el proyecto de Dios se haga realidad en el otro hasta que llegue a la madurez de la fe.

6.- En este contexto cobra mucha importancia nuestro testimonio.
La trasmisión de una doctrina, exige siempre un sustento testimonial. El testigo es aquel que habiendo visto algo, lo quiere contar, narrar, comunicar para que en “el otro” se produzca el milagro del “nuevo nacimiento” y la “llenura del Espíritu Santo.

Conclusión:

Acerquémonos al soplo del Espíritu que nos invita a superar nuestro individualismo desterrando el “no te metás”. Quitemos de nosotros la mentalidad nostálgica y tanguera del “esto no va a andar”, y de esa manera vencer a los “profetas del desaliento”.

En nuestra ciudad, ya hay demasiado dolor y rostros entristecidos como para que quienes creemos en la Buena Noticia del Evangelio escondamos el gozo que nos proporciona el Espíritu Santo.

Por eso, anunciemos con alegría que Jesús es el Señor... haciéndolo con gracia y “ligeros de equipajes, con un corazón lleno de fervor”

Renovemos nuestra vocación, reconfirmemos nuestra misión. Pidamos al Señor la gracia de ser instrumentos de comunión, para hacer de Comunidad Nueva Vida de Buenos Aires una Casa de todos. Que ese sea nuestro llamado y no otro.

Oremos:
Mensaje a predicar por el Pr. Raúl Flores en Comunidad Cristiana Nueva Vida de Buenos Aires, Primer domingo de Octubre de 2011 Culto 11hs

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