viernes, 3 de junio de 2011

BOQUETEROS DE DIOS

Mc 2:1-12

"Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aún a la puerta, y les predicaba la palabra. Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado pro cuatro. Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. Al ver Jesús, la fe de ellos, dijo al paralítico. Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones. ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de ´si mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico) A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa”

Propósito específico:

Hoy vamos a hablar de ministerios. Hay muchas ideas confusas en relación a esta palabra. Hay quienes creen que “ministerio” tiene que ver solo con Pastores. Otros piensan que “ministerio” tiene aquél que logra estudiar en un seminario. Otros, ya pastores, creen que “tener ministerio” da derechos. Una especie de pasaporte para viajar a “la fama, el reconocimiento, y el prestigio” La palabra “ministerio” etimológicamente hablando significa servicio y todos en la Iglesia tienen ministerio porque todos –en el cuerpo de Cristo- somos llamados a servir.

Cuerpo del Sermón:

En la mayoría de los milagros son las propias personas las que claman, las que suplican, las que procuran la sanidad.
Marcos 2 nos pinta de cuerpo entero la total indigencia de un ser humano que ni siquiera puede acercarse por sí mismo a Jesús. Tiene que ser llevado, transportado por otros para poder llegar hasta Él.
Acá estamos viendo un “ministerio de cuatro”

Y dice que Jesús estaba dando un mensaje cuando, de repente, es interrumpido de manera abrupta por el paralítico y sus acompañantes.
Y lo interesante aquí es que este enfermo no estaba buscando al Señor sino la sanidad y sin embargo fue a través de su dolencia que se encontró con Dios.

Sigue diciendo la Palabra que cuando Jesús ve "la fe que tenían" le dice al enfermo: "tus pecados te son perdonados". ¿Extraña afirmación no? Va buscando salud y Jesús le perdona pecados.

Es que para poder entender lo que Jesús dijo tenemos que ir al contexto socio cultural de aquellos días.

Los judíos relacionaban el pecado con el sufrimiento. Para ellos estar enfermo o impedido era consecuencia de estar en pecado. Si alguien sufría era porque había pecado. Para los judíos, un enfermo era alguien con quien Dios estaba enojado.

Así siguen pensando muchos hoy… ¿Triste no?
Creen que la enfermedad es fruto de algo malo que han hecho.

Hay una frase muy en boga que dice: “ Por qué Dios me manda esta enfermedad si yo no hice nada malo”

Es que en realidad, en los días de Jesús, para aquella mentalidad, pecado y enfermedad eran inseparables. Cualquier judío habría estado de acuerdo en que el perdón de los pecados era condición indispensable para ser sano.

Y Jesús, que es diferente a todos, rompe el esquema y perdona el pecado para que la sanidad se produzca.

Ahora bien, el Judío entendía que perdonar pecados era una cualidad exclusiva de Dios. Sólo Dios era quien podía perdonar pecados, de ahí que, terminan acusando a Jesús de blasfemo. Y la blasfemia era penada con lapidación (Levítico 24:16)

Y esta Palabra es para nosotros hoy. El Espíritu Santo nos está llamando a ser los “Porteros contemporáneos”, los “Boqueteros espirituales” de gente allá afuera y de gente aquí adentro que viven como enfermos, llenos de males físicos, morales, sociales y espirituales…

Cada uno de nosotros –que tenemos ministerio- somos llamados a abrir esa parte del techo, que separa a la gente de Dios, y hacer que se produzca el encuentro sanador y liberador. Haciendo esto estamos realizando un servicio, por lo tanto somos ministros.

Ahora bien: ¿Cómo podremos nosotros, frágiles boqueteros, abrir esos “agujeros en el techo” (que no es otra cosa que religiosidad, tradición, orgullo, incredulidad, idolatría que se anida en el corazón), para que pueda haber un verdadero y poderoso encuentro con el Señor?

En primer lugar: Manteniendo viva nuestra fe pase lo que pase. Que nuestra confianza en Dios nunca tambalee ante nuestras fragilidades.
Sabiendo que si me debilito otros caerán conmigo. Si me hundo otros nunca llegarán a la meta…

En segundo lugar la oración y la acción. Orar es participar de la intimidad con Dios r a través del Espíritu Santo. Tomar conciencia de cuánto Él nos quiere y cómo nos quiere. Actuar es poner por obra lo que Jesús desea para nosotros y para los demás.

Tercero: Llevar la carga de mi prójimo, no como un pesado fardo de maldad, sino como un apoyo en su debilidad.

Y ser apoyo para otros significa que nosotros también tenemos que estar apoyados en Alguien que es Jesús.

Sólo de ese modo se puede llevar tanta carga… De esa manera podemos decir con total libertad que estamos desarrollando un ministerio y tendremos la aprobación de Dios y la gratitud de la gente.

Y me gusta mucho este texto de Marcos 2 porque muestra el amor en términos superlativos. Los que llevaron al paralítico hicieron todo y más. Fueron creativos en la necesidad, se llenaron de constancia y fueron muy insistentes.
Estas son actitudes básicas de aquél que “vive en amor”

Siempre encontraremos estorbos para llevar a otros a Jesús, pero el amor y el espíritu de servicio es la fuerza que nos hace perseverar y alcanzar el objetivo. La base de todo ministerio genuino es el amor.

¿Querés conocer un ministerio bendecido por Dios? Fijate entonces con cuánto amor sirve a la gente.

Dice finalmente que Jesús sana al enfermo y que después de esto "toma su camilla y sale de la casa a la vista de todos."

Y me gusta mucho “Ese tomar la camilla” porque bien puede significar asumir el pasado. Pasado de sufrimiento y soledad, de lucha y frustraciones, de miedos y desilusiones.

Todos nosotros tenemos muchas cosas del pasado que paralizan, acobardan y aturden. Cosas que nos hacen infelices, derrotados, anémicos, víctimas de la vida.

Alguien dijo alguna vez una frase que me gustó mucho: “Tomar el pasado ya curado es mirar lo sucedido sin dolor”. ¡Cuánto sufrimiento sin fecha de caducidad existe en muchos de nosotros! ¿Te pasará a vos?

Sólo quien curado asume su pasado y sin miedo lo confronta puede tomar su camilla y andar por los senderos de Dios, del amor, de la luz, del servicio, de la espiritualidad profunda.

Si antes la camilla, es decir, “el pasado” era quien sostenía su parálisis, ahora es la vida curada quien mantiene sus recuerdos.

La salvación que Jesús nos trae abarca todas las dimensiones de la persona: pasado, presente, sentimientos, vida social y espiritual.

Conclusión:

Este mensaje tiene que ser para vos un “abre techos” y con Jesús habiéndote sanado, construir ese “nuevo hombre” capaz de servir a todos sin esperar nada a cambio.

Dediquémonos a hacer “boquetes” Abramos caminos de amor, caminos de esperanza, caminos de fe, caminos de luz.

Construyamos “puentes” entre los hombres y Dios y en nosotros mismos. Abrámonos a la idea de que nada en la vida es más importante de que alguien –con nuestra ayuda- alcance el favor de Dios.
Eso es ministerio. Eso es ministrar. Y eso es lo que el Señor espera que vos y yo hagamos de una vez por todas. El cielo y la tierra lo esperan.
Oremos

Mensaje a predicar en Comunidad Nueva Vida de Buenos Aires.
Pr. Raúl Flores Junio 2011

No hay comentarios.:

Cruzada de renovacion y avivamiento

Cruzada de renovacion y avivamiento
Julio 2007. Río de Janeiro