sábado, 31 de julio de 2010

MISION DE LOS SETENTA... NUESTRA MISION

Lucas 10:1-12
Hoy vamos a hablar de “llamado”
Oremos:
“Entendemos Señor que la Misión de nuestro llamado es dar a conocer Tu Salvación. Salvación que es (1) Desproporcionada en cuanto a la necesidad del mundo y nosotros Tus siervos, sin embargo estamos aquí como aquellos 70 para obedecerte. Tu Palabra nos invita a (2) confiar en Tus recursos ilimitados. Entendemos Señor que llevar Tu mensaje nos (3) Exige prontitud de nuestra parte. Ayúdanos a recordar que dar a conocer el Evangelio (4) tiene como finalidad ministrar tu paz. Entendemos Señor que tu exiges de nosotros (5) Fidelidad y constancia a fin de no caer (6) en el desánimo.
Ayúdanos Señor a entender la visión para así cumplir con la misión.
Por Cristo Jesús. Amén”.
Hoy el Evangelio nos habla del llamado que hace Jesús de 70 discípulos a llevar la Buena Nueva:
“En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir Él”. (Vs1)
El llamado siempre es a unos pocos. Son tan solo 70. Dios siempre elige sólo a unos pocos.
¿Por qué a ésos y no a otros Pr. Flores?
Es que “Dios elige a quienes quiere y cuando quiere.
Elige porque Él es bueno y no porque el elegido lo sea.
Y los elige para una misión concreta.
Y, lo más interesante es que “nos manda”, como a los discípulos, “solos delante de Él” porque dice: (Vs1) “…los mandó delante de Él…”
Y yo me preguntaba: ¿Por qué no fue en seguida con ellos? Porque quería que preparasen el terreno. Es que el llamado es eso… No forzar, ni convencer, pero “preparar el terreno” para que el Espíritu Santo pueda obrar en los corazones.
Y es así como obra Dios en el llamado. Con nuestra necedad y pobreza, Jesús confunde al mundo…
Por eso al ser enviados, me pregunto: ¿Seremos capaces?
Y me gusta lo que Dice Crisóstomo: “¿Cómo es posible que nosotros, tan pocos en número, podamos convertir al mundo. Los sencillos a los sofistas, los desnudos a los vestidos, los súbditos a los que dominan?
Y la única respuesta sensata que yo encuentro es que Jesús ya preparó todo. Derrotó al pecado, a Satanás y al mundo. En él está el poder. “Toda potestad le fue dada, en el cielo y en la tierra”
Él tiene en Su mano la victoria. Él nunca elige a “capacitados” pero capacita a Sus escogidos. ¿Cuántos escogidos hay hoy aquí???
Ahora ojo…en nuestro llamado “no son nuestros talentos ni habilidades” los que despiertan el interés del Señor.
Motiva nuestro llamado el deseo del Señor de tener muchos hijos que lo amen con todas sus fuerzas.
Jesús quiere hijos que abran el corazón a Su gracia y se dejen querer.

Por esa razón nuestro llamado, tiene algunas características que nos van a ayudar en nuestra misión de llevar las Buenas Nuevas a toda criatura.

EN PRIMER LUGAR, EL LLAMADO ESTÁ MARCADO POR LA
DESPROPORCIÓN: “Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos
en medio de lobos”. (Vs2-3)
Por un lado el terreno es grande y por el otro los obreros pocos.
Los sueños altos pero extrema nuestra pobreza.
El peligro grande y nosotros débiles.
Mucho que hacer y pocas herramientas.
Nos sentimos impotentes ante la injusticia, el hambre, la pobreza, la mentira, el odio, la guerra.
Nos duelen tantos males que suceden a nuestro alrededor y nos preguntamos cómo combatirlos.
Nos sentimos débiles, en número y en fuerza.
Sin duda, Cristo nos ha enviado como corderos en medio de lobos. Y sentimos que nuestro testimonio no basta.
No logramos cambiar a las personas a las que más queremos, y nos preguntamos: ¿cómo vamos a cambiar a tantos que no conocen a Dios?
Nuestra impotencia contrasta con la fuerza del diablo y el pecado. Nos sentimos pequeños. Corderos que no pueden ni siquiera luchar.
Pero como a los discípulos se nos manda obedecer. Porque la obediencia “desata el poder y favor” de Dios.
Qué haremos amados de nuestro llamado aunque las fuerzas sean desproporcionadas???... OBEDECER…

EL LLAMDO EXIGE, EN SEGUNDO LUGAR, VIVIR DE LA PROVISIÓN DIVINA: “No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias” (Vs4a) “El Señor nos quiere desprendidos de lo terrenal”.
Cristo nos manda sin nada. ¿Por qué? Para que no pongamos nuestra seguridad en los bienes terrenales, que nos puede apartar de lo esencial en la vida.
El desprendimiento de todo lo que nos ata es la condición para seguir a Jesús en ese llamado.
Se nos pide a CCNV no confiar en nuestras seguridades, sino sólo en Dios y en su plan de misericordia.
Se nos pide a CCNV confiar en la Providencia, en un Dios personal que nos conduce por donde Él quiere, y que en El confiemos.

Dijimos que el llamado es (1) desproporcionado, (2) pero el secreto está en la Provisión de Dios…

EL LLAMADO, EN TERCER LUGAR, EXIGE PRONTITUD. Nos pide que no perdamos el tiempo de cualquier forma: “Y no os detengáis a saludar a nadie por el camino”. (Vs4b)
Muchas veces perdemos el tiempo en cosas que no merecen la pena. El ocio, nuestro tiempo libre.
Nuestro tiempo que es oro: ¿Cómo lo utilizamos? ¿Cómo hacemos que el tiempo, que es un bien tan preciado, pueda ser aprovechado siempre?
Es difícil aprovechar bien el tiempo, si no tenemos clara la misión.
¡Qué importante es tener bien claras las prioridades en nuestra vida!.
Es triste decirlo amados pero, muchos cristianos viven sin rumbo, despistados, sin saber bien lo que tienen que hacer, ni dónde deben colocar sus fuerzas.
Se detienen por el camino e invierten su valioso tiempo en
cosas y en personas, que no les ayudan a cumplir su misión.
Es cierto, que a veces es difícil distinguir y reconocer dónde quiere Dios que estemos. Es tan grande la misión, que podemos llegar a creer que Dios nos quiere en otro lugar diferente y que estamos perdiendo el tiempo.
Otras veces pensamos que nuestro llamado no es tan importante como el de otros.
La tentación de compararnos siempre va a darse en nuestro corazón.
Nos comparamos continuamente y tenemos en poco aquello que hacemos con nuestra vida. Si nos toca cuidar a los hijos y la familia, pensamos que sería más productiva nuestra entrega en otra misión con los pobres y necesitados.
Si vivimos volcados en la oración, podemos llegar a pensar que seríamos más útiles dando la vida por los que no conocen al Señor.
Siempre las comparaciones nos perturban y nos hacen creer que perdemos el tiempo.
No dejemos que el demonio nos convenza de que nuestra entrega es infructuosa y que, por lo tanto, no vale la pena.
El fin último, no es el fruto manifiesto, sino la alegría de la entrega generosa cada día, sabiendo que nuestro nombre está escrito, grabado con amor, en el corazón del Padre.

(1)Desproporcionado (2) Vivir de la Providencia. (3) Exige prontitud…

EN CUARTO LUGAR, EL LLAMADO TIENE COMO FIN ENTREGAR LA PAZ: “Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.(Vs5) “ Estamos llamados a dar la paz: “Y si allí hay gente de
paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros”.
Crisóstomo dice: “La paz es la madre de todos los bienes. Sin ella todos los demás bienes son inútiles.”
Nuestro llamado es regalar la paz a aquellos que Cristo ha puesto en nuestro camino.
Los importantes son ellos.
Pero sólo podemos entregar paz y amor si lo llevamos en nuestro corazón.
Cuando amamos de verdad sólo podemos dar lo que hemos recibido gratis.
Teresa de Calcuta decía: “El amor verdadero es entrega. Cuanto más amamos más nos entregamos.”
La misión nos exige llevar la paz “a los corazones”. Entregar el amor que falta en el mundo. Dar la vida por amor y saciar la sed de Dios que padece el mundo.
La misión es grande, pero la misión comienza en nuestro corazón.
Cristo quiere que nuestra vida sea de paz y con amor, para poder regalar lo que el mundo busca y necesita.
La paz es el don que más falta hace en nuestro mundo.
Hay muchos corazones sedientos de paz verdadera.
La violencia, las enfermedades del alma, la soledad, son los males que están presentes en muchas vidas.
¿Qué entregamos nosotros?
Cuando vamos corriendo y sin tiempo, sin alegría y sin paz en el corazón, no podemos regalar el don del Espíritu que Dios ha puesto en nosotros.
Muchas veces damos paz, y si somos rechazados, la paz desaparece y “no vuelve a nosotros”. Entonces nos llenamos de ira y de gritos, de rabia y malas palabras. Ya no hay paz.
Pidámosle esta mañana al Señor una paz que “nunca nos deje”, que se arraigue en nosotros y no se pierda.
(1)Desproporcionado (2) Vivir de la Providencia. (3) Exige prontitud. (4) Tiene como fin entregar la paz…


EL LLAMADO, EN QUINTO LUGAR, EXIGE FIDELIDAD Y PERSEVERANCIA: (Vs7-9)
“Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios.”
La misión hace que nos demos por entero, sin medir fuerzas, sin calcular poder dar respuesta a todas las necesidades.
Dios nos quiere enteros, para que podamos dar todo.
Nuestra presencia es la presencia real del Reino de Dios en el mundo.
Nuestra vida, es “la semilla” de Cristo en los corazones que nos reciben.
Cada día tenemos que pedir el don de la fidelidad, el regalo de perseverar siguiendo sus pasos.
(1)Desproporcionado (2) Vivir de la Providencia. (3) Exige prontitud. (4) Tiene como fin entregar la paz. (5) Exige fidelidad y constancia…


EL LLAMADO, EN SEXTO LUGAR, PUEDE ESTAR MARCADA POR EL FRACASO Y ES IMPORTANTE NO CAER EN EL DESÁNIMO: (Vs10-12)
“Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y
decid: “Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios.” Os digo que aquel día será más
llevadero para Sodoma que para ese pueblo. »
Uno de los padres de la Iglesia (San Gregorio) decía con respecto al fracaso: “El que predica con el solo fin de la alabanza o de la recompensa de este mundo, se priva de la del cielo”.
Nuestra meta no es el éxito final, nuestra meta es caminar en Su camino cumpliendo con nuestro llamado.
El resultado no depende de nosotros, depende de Dios,
Él irá donde vamos; Él sigue nuestros pasos, al mismo tiempo que nosotros seguimos sus huellas sabiendo que Él estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

Conclusión:

Entendemos que el llamado es (1) Desproporcionado. Pero la Palabra nos invita a (2) Vivir de la Provisión de Dios. Se nos (3) Exige prontitud. Recordándonos que ese llamado (4) tiene como fin que entreguemos “la paz”. Por lo tanto exige de nosotros (5) Fidelidad y constancia a fin de no caer nunca (6) en el desánimo.
Nunca olvidemos que nuestra alegría está en el camino, no en la meta, ni en el éxito.
Y nos entregamos sin esperar recompensas ni aplausos humanos. Y nos gloriamos en la cruz, el verdadero distintivo del cristiano.

Oremos:

Raúl Flores
Comunidad Cristiana Nueva Vida
Mensaje predicado domingo 01 Agosto 2910

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