jueves, 22 de julio de 2010

TODOS DEBERIAMOS LLAMARNOS ZAQUEO...

TODOS DEBERÍAMOS LLAMARNOS ZAQUEO…

Lucas 19: 1-10


Dice este hermoso texto que un hombre llamado Zaqueo cuando supo que Jesús pasaría por Jericó buscó la manera de llegar a El sin conseguirlo.
¿Cuál fue su impedimento? “Su estatura”
Y esta observación de “no lograr ver a Jesús” bien nos sirve para aplicarla a nuestras vidas.
Porque puede que también a nosotros nos esté pasando lo mismo que a Zaqueo. Hemos dejado de “ver a Jesús”. Porque nuestra “estatura” nos lo está impidiendo…
¿No será que “hay algo” en nosotros también que –como a Zaqueo- nos impide ver y sentir Su presencia?
Es que sin dudas en nuestros círculos cristianos hay mucho “zaqueísmo”
Y yo le llamo “zaqueísmo” a esa chatura espiritual. Chatura de compromiso, chatura de solidaridad, de comunión, de entrega.
Pero también chatura de fe, de esperanza, de propósito. De pensamiento, de reflexión… que preocupa.
Y es que muchas veces nuestra “desmotivación”. Nuestra falta de interés por superarnos “achata nuestra mirada” y nos vuelve Zaqueos…Queriendo ver a Jesús, sin poder hacerlo…
Y resulta que hoy en día, ya “no hace falta superarse”, ni tampoco mejorar nuestra vida ni la de la Iglesia.
Lo único que interesa es sacar el mayor beneficio personal en el instante; y los demás, no es asunto mío.
Es una actitud que parece afectarnos a todos.
Todo se excusa, todo se justifica con un: "Todo el mundo lo hace".
Hemos perdido el deseo, y la fuerza de carácter como para decir: "Esto está mal y no lo voy a hacer, piensen lo que piensen y cueste lo que cueste".
Sufrimos la falta de disciplina en la familia, en la escuela, en la iglesia y en el trabajo, y en consecuencia se produce cada vez menos la disciplina interior, la fuerza de voluntad necesaria para afrontar las decisiones y responsabilidades que debemos tomar a diario.
Nos estamos convirtiendo en una Iglesia gris, chata, insípida, mediocre, pero también exenta de sentido de superación y triunfo.
Simplemente, nos falta carácter.
El temor de ir en contra de la corriente, el miedo al "qué dirán", la conciencia dormida o -como dice Pablo- “cauterizada”, nos ha convertido en pobres víctimas de las influencias e insistencias de otros.
Somos llevados de un lado para otro por “las tiranías de otros” y por nuestras propias debilidades.

Porque sin dudas, el problema de Zaqueo era la “altura”, la cuál es también la nuestra…
Porque siempre en la “poca altura” tenemos falta de visibilidad.
Leí de alguien que con preocupación analizaba el comportamiento cristiano en este tiempo y decía: “Estamos sedados, segados y conformes”
Que el Señor nos ayude a salir de ese espíritu amados.

Levantemos nuevamente la visión en Comunidad Nueva Vida. Neguémonos a ser una Iglesia fría y sin compromiso. Gente de “miradas bajas”.
Pueblo que se resigna a sus límites. Ejército carente de voluntad y carácter.
Salgamos de la chatura espiritual que nos hace incapaces de vivir la vida abundante que nos da Jesús.
Permanezcamos firmes aunque la tierra brame y el mar se agite.

Es tiempo de dejar nuestro orgullo de lado y reconocer nuestra real condición.
Nosotros también somos “Zaqueos” de baja estatura que necesitamos urgentemente “ver a Jesús” para que nos sane y libere.

Porque lo bueno de Zaqueo es que a pesar de su impedimento, se deja “ganar el corazón por el deseo de ver a Jesús” y, a pesar de su estatura, se adelanta y trepa a un sicómoro para ser visto por Él.

Que el Espíritu Santo ponga en nosotros el mismo deseo…
Levantémonos de “nuestra estatura” y vayamos a buscar a Jesús, para que nos vea, nos llame y nos ministre.
Que sintamos el peso del tiempo malgastado, de oportunidades perdidas, y que nos surja desde adentro de nosotros mismos un rechazo a esa apatía e indiferencia y llevemos adelante el Evangelio, las buenas nuevas, en forma de buenas obras, de buen testimonio y de gente agradecida.
Tenemos que ser capaces de hacer lo que Zaqueo hizo.
No nos rindamos al infortunio sino reaccionemos ante todo lo que nos impida dar frutos para Dios.
Zaqueo encuentra la manera de vencer su obstáculo.
Se eleva sobre su mediocridad y “encuentra la altura” donde subirse.
Y me gusta esa actitud de Zaqueo porque no optó por la resignación frente a sus dificultades.
Tampoco cedió su oportunidad a la impotencia.
Pero se adelantó, “buscó la altura” desde donde ver mejor, y se “dejó mirar por el Señor”.

Sí, dejarse mirar por el Señor es lo que necesitamos también nosotros. Pero antes debemos dejar la chatura y superarnos.
Solo así escucharemos el llamado de: «Zaqueo desciende aprisa».

Y Zaqueo responde –como también nosotros- a un Jesús que lo llama a bajarse.
¿Bajarse de donde Pr. Flores?
Bajarnos de nuestra soberbia y autosuficiencia. Bajarnos del personaje inventado. Bajarnos de la trampa de sentirnos acomplejados y víctimas de las circunstancias. Bajarnos de nuestros logros y de los aplausos humanos. Bajarnos de los pedestales terrenales y hacernos polvo.

Y es que, ninguna altura espiritual. Ningún proyecto de Dios, puede hacerse desde la soberbia.
Necesitamos renunciar a ese espíritu. Y llenos del Espíritu Santo adquirir el carácter de Cristo.

Como Zaqueo hay que animarse a sentir el llamado “a bajar”.

Hay muchos Zaqueos, con distintos títulos y funciones; Zaqueos sedados, Zaqueos cegados, Zaqueos conformes, Zaqueos sin compromiso… Zaqueos carnales, desmotivados, apáticos… Zaqueos creídos… Zaqueos servidos…Zaqueos endiosados…
¿Qué hacer entonces Pr. Flores?

Dejar que el Zaqueo que hay dentro nuestro “se deje mirar por el Señor”, y acepte la invitación de “bajar”.

Porque al bajar y encontrarse con Jesús, Zaqueo “se redime”. Accede a la invitación del único que nos puede renovar, restaurar, despertar, Dios mismo.
Accede “sentarse a la mesa” de la amistad. De la comunión. Del amor. De la honestidad. Del cambio de rumbo. De una nueva visión de vida.
Nadie le pidió a aquel publicano que fuera lo que no podía ser, sino que simplemente “se bajara del árbol”.
Se le pide ser uno más, ser hermano, ser creíble, ser honesto, solidario, respetuoso, temeroso de Dios, sin soberbia ni religiosidad ni hipocresía.
Y esto hay que lograr mis amados. Esta es la visión para Nueva Vida…
Que nuestro sistema eclesiástico basado en el amor, la honra, la disciplina y el respeto vuelva a funcionar.
Que el “banquete” al que nos convoca el Evangelio sea ese lugar de encuentro y convivencia, de trabajo y celebración que es este lugar de Av. Gaona 2918.
Y no «un café al paso» para cristianos «golondrinas»
Esos “de estatura baja” que llegan, extraen y cuando no hay nada más que sacar, se van.
El tiempo de recuperar nuestra Visión y misión ha llegado amados.
Busquemos esta mañana la refundación de nuestro vínculo espiritual y, como este publicano arrepentido y feliz, demos rienda suelta a “nuestra grandeza”

¿Cuál grandeza Pr. Flores? La grandeza de dar y darnos.
De renuncia a querer tener la razón; a mantener los privilegios; a la vida fácil,... a seguir siendo necios, “enanos” en el espíritu.

Finalmente Zaqueo, además de1) Subirse para ver a Jesús y 2) Bajarse luego para seguir Su llamado.
Hay una tercera clave: 3) El dar, el darse reparando el mal cometido.
Zaqueo se anima a devolver y a compartir.
Como el Zaqueo convertido, queremos también nosotros sentir el deseo de «dar la mitad» y «devolver el cuádruple».

Zaqueo rescata del fondo de su alma el trabajo, el compromiso, la solidaridad generosa, la lucha y la conquista, la creatividad y la celebración para él y para los demás.

Si Zaqueo, antes de dejarse mirar por Jesús, ideaba la forma de que sus deudores se hundieran cada vez más. Una vez convertido quiere dar y darse a los demás sin reservas.

Ese es el Zaqueo que todos en Nueva Vida queremos ser. El que no retiene, ni guarda para sí, sino da de lo que tiene.

Conclusión:
Contemplemos el final de la historia:

Un Zaqueo transformado. Viviendo sin complejos ni disfraces junto a sus hermanos. Sentado junto al Señor, capaz de escuchar y dialogar, y sobre todo de ceder y compartir con alegría lo que del Señor había recibido.
Apelemos menos al reclamo estéril, a ilusiones falsas, y dediquémonos a la acción firme y perseverante de edificarnos en Cristo por la Palabra.
Por ese camino florecerá la esperanza, esa esperanza que no defrauda porque es regalo de Dios a nuestro corazón.

Tomemos fuerza para levantarnos y dejémonos mirar por el Señor. Bajémonos a la humildad del servicio, y demos dándonos a nosotros mismos.
El camino es sencillo. Volvámonos al Evangelio, dejémonos mirar como Zaqueo.
Escuchemos el llamado a comprometernos nuevamente.
Tomemos en serio la palabra que empeñamos. Aceptemos la alegría de compartir, antes que acaparar.

Y entonces así sí que escucharemos, la palabra del Señor diciéndonos: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lc 19:10)

Rev. Raúl Flores
Comunidad Cristiana Nueva Vida
Buenos Aires, Argentina

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