viernes, 23 de julio de 2010

RECAUDADOR Y MENDIGO

RECAUDADOR Y MENDIGO
Mateo 19: 1-10
Intro:
Lo que este texto nos enseña: Mirar en la dirección adecuada. Mirar correctamente. No podemos vivir despistados. No podemos hacernos los distraídos. Que la historia de Zaqueo nos hable a cada uno. Recuperemos la visión de nuestro llamado.

1.-La vida de Zaqueo era una vida cómoda pero infeliz.
Su fama de recaudador de impuestos hacía que, muchos ojos, estuvieran puestos en él. Y no precisamente para bien. (Se quedaba con la mayoría del dinero que recaudaba)
Pero, de repente, la vida de aquel pequeño gran hombre (pequeño de estatura pero grande porque supo encaramarse al “árbol de Jesús”) cambió radicalmente con una interpelación de Jesús: ¡Zaqueo…desciende!
Aquel encuentro fue sorprendente, y la invitación de Jesús inesperada.
Y yo me preguntaba: ¿Qué habrá sentido Zaqueo al encontrarse cara a cara con Jesús? ¿Qué tendría de especial Zaqueo para que Jesús repare en un hombre colgado a las ramas de un árbol?
Lo interesante es que los dos tenían actitudes y respuestas complementarias:
Por un lado Zaqueo estaba adornado por la riqueza del mundo, pero con un corazón maniatado, infeliz y prisionero del dinero.
Y por el otro Jesús, con la sensación de ser “un mendigo”, irradiaba felicidad, luz y paz.
Y desde la cima de aquél sicómoro, “recaudador” y “mendigo”, se encuentran en el camino.
Y lo extraordinario es que se cambian los roles:
Jesús que mendiga el amor del recaudador Zaqueo, y Zaqueo que mendiga la grandeza, el perdón, la comprensión y la amistad del Jesús “mendigo”.
Y lo interesante es que aquella “casualidad”, cambió radicalmente el itinerario existencial de un hombre que, subido a un árbol, logró dar con ese otro “gran árbol” de la salvación llamado Jesús de Nazaret.

2. ¿Qué pasó entonces con Zaqueo?
¿Qué ocurriría con sus riquezas, carácter, temperamento, hacienda,…?
Posiblemente lo mismo que le ocurre a todo el que se encuentra radicalmente con Jesús: cambió y se marchó por otro camino. Ojalá que pase eso con aquellos que amamos. Que ocurra con aquellos otros a quienes les dimos la Palabra… Pero también que pase con nosotros los que hace años estamos en la Iglesia sirviéndole.
¡Cuántos Zaqueos hay entre nosotros, amados! ¡Cuántos!
Y es que El Señor, también nos quiere recuperar a nosotros. Porque también solemos ser Zaqueos fuera de foco. Zaqueos distraídos. Enanos sin visión.
Y lo hermoso aquí es que Jesús no nos pide nada a cambio. Eso, en todo caso lo decidiremos nosotros.
El Señor, quiere que “bajemos del árbol”.
¿De qué árbol Pr. Flores?
Del árbol de nuestra suficiencia, que bajemos de nuestro orgullo y religiosidad y lo saludemos a “ras del suelo”. Que lo sigamos con todas nuestras fuerzas y con todo nuestro corazón. Que seamos éticos, respetuosos, amables, generosos, predispuestos, confiables, laboriosos, humildes, fieles. ¿Qué cosas nos impiden seguirle?

La Palabra de Dios, la oración, la práctica del amor, ser estudioso de la Biblia, participar en la Iglesia, formar parte de diversas células de evangelismo y crecimiento…”son árboles” que se levantan para que, con toda claridad, veamos el paso de Jesús.
Es que Jesús quiere nuestra recuperación total, porque desea que seamos de los suyos….nos mira con pasión y amor y desea rescatarnos y que estemos al servicio de Su Iglesia y de cada persona que nos necesite tanto dentro como fuera del redil.
Ninguno puede quedar indiferente a su llegada.
Nada puede obstaculizar nuestra entrega y nuestro seguimiento confiado a Él.
Y la pregunta lógica llega: ¿Qué es necesario que nos ocurra para sentir esa sacudida que transformó la existencia de Zaqueo?
Mirar en la dirección adecuada. Mirar correctamente. No podemos vivir despistados. No podemos hacernos los distraídos.
Y es triste decirlo amados pero en nuestros círculos cristianos hay por lo menos tres tipos de creyentes:
1.- Los que en vez de estar subidos en el “árbol de la fe”, para comprender y entender la vida de Jesús, se conforman con estar subidos a una silla. Los conformistas.
2.- Pero también están los que, en vez de arriesgarse a subir un poco “más alto”, prefieren que sean otros los que suban y cuenten lo que ven. Los que nunca se involucran. Indiferentes. Los que nunca se juegan por el Evangelio.
3.- Y los que, aún pensando el horizonte amplio y fantástico de la fe, “miran de reojo” a lo que tienen y se conforman con ver “pasar de vez en cuando” (en algún culto dominical, en algún que otro estudio de la Biblia, en algún culto de oración) a Jesús. Los dudosos.
¿Qué es entonces la fe?
La fe es experiencia personal. Cuando uno se encuentra con Jesús (ese es el dilema de muchos cristianos, que dicen ser evangélicos pero no han sentido la presencia viva y real de Jesús) la vida cambia de color, su actitud se vuelve positiva, su mañana es marcada por el firme convencimiento de que el Señor lo acompaña en su caminar todos los días vaya donde vaya.
Conclusión:
No sabemos lo que ocurrió con Zaqueo. Ni tampoco nos debe importar demasiado.
Ahora, que nosotros estamos comiendo en este “árbol” de la Palabra, aprovechemos para mirar frente a frente a Jesús y, cuando descendamos a la realidad de la vida, pensemos en qué hemos de restituir y cambiar algunas cosas en nuestra relación con la Iglesia, la familia, el trabajo, los amigos, los enemigos y con los demás que están “allá afuera”.
¿En qué se notará Pr. Flores?
Si cambian algunos aspectos de nuestro carácter y conducta… Eso mostrará que, en este culto y bajo esta Palabra, nos hemos encontrado cara a cara con el mismo Jesús.
Que tengamos una semana bendecida y que el Señor nos sorprenda.

Mensaje a predicar en Comunidad Nueva Vida
Rev. Raúl Flores
Buenos Aires

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